Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel
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DOUGLAS PRESTON & LINCOLN CHILD EL RELICARIO<br />
D'Agosta no contestó.<br />
—Lo que quiero que entienda es que nos preocupan los asesinatos <strong>de</strong> mendigos, e<br />
intentaremos poner remedio. Pero tenga en cuenta, D'Agosta, que mendigos mueren todos<br />
los días. Entre usted y yo, hay <strong>de</strong> sobra. Los dos lo sabemos. Por otra parte, toda la ciudad<br />
está acosándome por esa chica <strong>de</strong>capitada. El alcal<strong>de</strong> quiere que se resuelva el caso. —Se<br />
inclinó y apoyó los codos en el escritorio, <strong>de</strong>jando asomar a su rostro una expresión<br />
magnánima—. Mire, soy consciente <strong>de</strong> que necesita ayuda. Así que permitiré que el<br />
capitán Waxie colabore con usted en el caso. He puesto a otra persona al frente <strong>de</strong>l distrito<br />
temporalmente para que él disponga <strong>de</strong> entera libertad.<br />
—¡Sí, señor! —dijo Waxie, irguiendo la espalda.<br />
Al oír la noticia, D'Agosta notó que algo se <strong>de</strong>smoronaba en su interior. Una<br />
calamidad ambulante como Waxie era justamente lo que menos necesitaba en aquellos<br />
momentos. No sólo no tendría mayor ayuda, sino que a<strong>de</strong>más se vería obligado a hacer <strong>de</strong><br />
niñera <strong>de</strong> Waxie continuamente. Lo más conveniente era encargarle alguna tarea<br />
secundaria don<strong>de</strong> no tuviese ocasión <strong>de</strong> pifiarla. Pero eso creaba un problema <strong>de</strong> jerarquía:<br />
asignar a un capitán <strong>de</strong> distrito a un caso investigado por un capitán <strong>de</strong> la Brigada <strong>de</strong><br />
Homicidios. ¿Qué podía esperarse <strong>de</strong> una situación así?<br />
—¡D'Agosta! —gritó Horlocker.<br />
D'Agosta alzó la vista.<br />
—¿Qué?<br />
—Acabo <strong>de</strong> hacerle una pregunta. ¿Cómo van las cosas en el museo?<br />
—Han examinado ya el cadáver <strong>de</strong> Pamela Wisher y lo han puesto a disposición <strong>de</strong><br />
la familia —respondió D'Agosta.<br />
—¿Y el otro esqueleto?<br />
—Siguen intentando i<strong>de</strong>ntificarlo.<br />
—¿Qué se sabe <strong>de</strong> las marcas <strong>de</strong> dientes?<br />
—Por lo visto, aún no se han puesto <strong>de</strong> acuerdo sobre el origen.<br />
Horlocker movió la cabeza en un gesto <strong>de</strong> disgusto.<br />
—¡Dios santo, D'Agosta! ¿No me había dicho que esa gente sabía lo que se hacía?<br />
Espero no tener que arrepentirme <strong>de</strong> haber aceptado su consejo y sacado los cadáveres <strong>de</strong>l<br />
<strong>de</strong>pósito.<br />
—Trabajan en ello el forense jefe y algunos <strong>de</strong> los mejores especialistas <strong>de</strong>l museo.<br />
Los conozco personalmente, y me consta que no hay nadie mejor…<br />
Horlocker exhaló un sonoro suspiro y lo interrumpió con un gesto.<br />
—No me interesan sus currículos. Quiero resultados. Ahora que cuenta con la ayuda<br />
<strong>de</strong> Waxie, la investigación <strong>de</strong>bería avanzar más <strong>de</strong>prisa. Espero tener noticias a última<br />
hora <strong>de</strong> mañana. ¿Entendido, D'Agosta?<br />
—Sí, señor —dijo D'Agosta, asintiendo con la cabeza.<br />
—Bien. —El jefe señaló la puerta con la mano—. Entonces en marcha. Los dos.<br />
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Era, pensó Smithback, la manifestación más insólita que había visto en los diez años<br />
que llevaba viviendo en Nueva York. Las pancartas habían sido pintadas por<br />
profesionales. El sistema <strong>de</strong> sonido era <strong>de</strong> primera clase. Y Smithback tenía la clara<br />
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