Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel
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DOUGLAS PRESTON & LINCOLN CHILD EL RELICARIO<br />
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Simón Brambell, tarareando una melodía popular irlan<strong>de</strong>sa, cerró la cremallera <strong>de</strong> la<br />
cartera y dirigió una mirada afectuosa al laboratorio: la ducha <strong>de</strong> seguridad en el rincón;<br />
los instrumentos <strong>de</strong> cromo y acero pulcramente alineados, titilando bajo la tenue luz tras<br />
el cristal <strong>de</strong> la vitrina. Se sentía muy satisfecho <strong>de</strong> sí mismo. Rememoró una vez más la<br />
escena <strong>de</strong> su pequeño golpe maestro, en especial la imperturbable expresión <strong>de</strong> Frock<br />
mientras él exponía los resultados <strong>de</strong>l análisis; imperturbable en apariencia, porque sin<br />
duda escondía una profunda indignación. Lo compensaba por el <strong>de</strong>s<strong>de</strong>ñoso comentario <strong>de</strong><br />
Frock acerca <strong>de</strong> la presión ejercida por los dientes. Pese a que trabajaba para el<br />
ayuntamiento, Brambell disfrutaba <strong>de</strong> la superioridad <strong>de</strong>l mundo académico como<br />
cualquier otro.<br />
Se metió la cartera bajo el brazo y volvió a contemplar el laboratorio. Era un<br />
laboratorio extraordinario, bien diseñado y bien equipado. Habría <strong>de</strong>seado disponer <strong>de</strong><br />
algo tan elegante y completo en el <strong>de</strong>pósito <strong>de</strong> cadáveres. Sabía, no obstante que su sueño<br />
nunca se haría realidad; la ciudad pa<strong>de</strong>cía una crisis económica permanente. De no ser<br />
porque le apasionaba el lado <strong>de</strong>tectivesco <strong>de</strong> la patología forense, se trasladaría al instante<br />
a una bien provista torre <strong>de</strong> marfil.<br />
Salió y cerró la puerta con <strong>de</strong>lica<strong>de</strong>za, sorprendiéndose como siempre <strong>de</strong> encontrar el<br />
pasillo vacío. Nunca había conocido a una gente tan reacia a alargar la jornada <strong>de</strong> trabajo<br />
como el personal <strong>de</strong>l museo. Sin embargo, le complacía aquel silencio. Le resultaba<br />
reconfortante y distinto. También el olor a polvo y ma<strong>de</strong>ra vieja <strong>de</strong>l museo era muy<br />
diferente <strong>de</strong>l hedor a formalina y cuerpos <strong>de</strong>scompuestos que lo invadía todo en el<br />
<strong>de</strong>pósito. Como cada noche, salió <strong>de</strong>l museo por el camino más largo, a través <strong>de</strong> la Sala<br />
<strong>de</strong> África. Los dioramas <strong>de</strong> aquella sala en particular le parecían auténticas obras <strong>de</strong> arte.<br />
Y a esas horas podía vérselos en todo su esplendor, con las luces <strong>de</strong> la sala apagadas y<br />
cada diorama resplan<strong>de</strong>ciendo con su propia iluminación como una ventana a otro<br />
mundo.<br />
Recorrió el largo pasillo y, poco aficionado a los ascensores, bajó a pie los tres pisos.<br />
Tras cruzar un arco metálico, se halló en la Sala <strong>de</strong> la Vida Marina. Sólo quedaban<br />
encendidas las lámparas nocturnas, y la sala, en completo silencio salvo por los continuos<br />
crujidos y gemidos <strong>de</strong>l viejo edificio, presentaba un aspecto lóbrego y misterioso.<br />
Encantador, pensó. Ésa era la manera <strong>de</strong> ver el museo, sin tener que soportar los<br />
horrendos alaridos <strong>de</strong> los niños y las estri<strong>de</strong>ntes voces <strong>de</strong> sus profesores. Pasó bajo una<br />
réplica <strong>de</strong> un calamar gigante y, un poco más allá, entre un par <strong>de</strong> amarillentos colmillos<br />
<strong>de</strong> elefante y entró en la Sala <strong>de</strong> África.<br />
Eran las doce <strong>de</strong> la noche. Recorrió la sala <strong>de</strong>spacio, entre los distintos grupos <strong>de</strong><br />
animales en sus respectivos hábitats dispuestos junto a las pare<strong>de</strong>s; en la oscuridad, la<br />
manada <strong>de</strong> elefantes colocada en el centro apenas se distinguía. Los gorilas eran sus<br />
preferidos, y se <strong>de</strong>tuvo ante ellos, apretando los labios y fundiéndose con la escena. Era<br />
muy real, y <strong>de</strong>seaba disfrutarla. La investigación tocaba ya a su fin, y él prácticamente<br />
había concluido su trabajo. Si sus hipótesis eran correctas, las autopsias <strong>de</strong>l pobre<br />
Bitterman y los restos <strong>de</strong> Shasheen Walker darían resultados idénticos a las anteriores.<br />
Finalmente, <strong>de</strong>jando escapar un suspiro, salió por una puerta baja y siguió hacia la<br />
Torre por un pasillo <strong>de</strong> piedra. Conocía la historia <strong>de</strong> la famosa torre. En 1870, Endurance<br />
S. Flyte, magnate <strong>de</strong>l ferrocarril y tercer director <strong>de</strong>l Museo <strong>de</strong> Historia Natural, encargó la<br />
ampliación <strong>de</strong>l edificio original con una nueva ala enorme y semejante a una fortaleza.<br />
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