Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel
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DOUGLAS PRESTON & LINCOLN CHILD EL RELICARIO<br />
túnel.<br />
—¡Deprisa! —dijo Pen<strong>de</strong>rgast—. ¡Bajen por la escalera <strong>de</strong> mantenimiento!<br />
—¿Está loco? —gritó D'Agosta—. ¡Nos atraparán como a ratas!<br />
—Estamos ya atrapados como ratas —contestó Pen<strong>de</strong>rgast—. Son <strong>de</strong>masiados, y<br />
sería una temeridad luchar aquí. Podríamos <strong>de</strong>tonar el C-4. En los túneles Astor, al menos<br />
tendremos una oportunidad. ¡Bajen!<br />
D'Agosta abrió la puerta ribeteada <strong>de</strong> metal, y <strong>de</strong>scendieron rápidamente, con<br />
Pen<strong>de</strong>rgast <strong>de</strong>trás lanzando lenguas <strong>de</strong> fuego hacia el pasadizo. A Margo le ardían los ojos<br />
a causa <strong>de</strong>l humo acre que flotaba en el aire. Parpa<strong>de</strong>ando para contener las lágrimas, vio<br />
acercarse a otra figura, la capucha caída, el arrugado rostro contraído en una mueca <strong>de</strong><br />
furia, un mellado cuchillo <strong>de</strong> pe<strong>de</strong>rnal en alto. Adoptando la posición <strong>de</strong> disparo, vació el<br />
cargador en aquella monstruosidad, observando casi con indiferencia cómo estallaban las<br />
balas <strong>de</strong> punta hueca al impactar en su cuerpo, <strong>de</strong>sgarrando la carne correosa. La figura se<br />
<strong>de</strong>splomó y casi <strong>de</strong> inmediato la sustituyó otra. La alcanzó una ráfaga <strong>de</strong>l lanzallamas y<br />
cayó <strong>de</strong> espaldas, retorciéndose en un halo <strong>de</strong> fuego.<br />
Salieron a una pequeña sala <strong>de</strong> techo alto con azulejos en las pare<strong>de</strong>s y el suelo. Al<br />
otro lado <strong>de</strong> un arco gótico se veía el resplandor rojizo <strong>de</strong> la ceremonia. Margo echó un<br />
rápido vistazo alre<strong>de</strong>dor, esparciendo balas por el suelo mientras rellenaba con<br />
<strong>de</strong>sesperación el cargador. El humo saturaba el aire, pero Margo advirtió con alivio que el<br />
lugar estaba vacío. Parecía una sala <strong>de</strong> espera secundaria, pensada quizá para niños;<br />
contenía varias mesas bajas, algunas <strong>de</strong> ellas aún con tableros <strong>de</strong> damas, ajedrez y<br />
backgammon dispuestos para jugar, las piezas cubiertas <strong>de</strong> telarañas y moho.<br />
—Una lástima para el que llevaba las negras —comentó Mephisto, mirando la mesa<br />
más cercana mientras abría la escopeta para recargarla—. Tenía un peón <strong>de</strong> ventaja.<br />
Se oyó ruido en la escalera, y al instante otro grupo <strong>de</strong> rugosos surgió <strong>de</strong> la oscuridad<br />
en dirección a ellos. Pen<strong>de</strong>rgast se agachó y lanzó una larga llama hacia las criaturas.<br />
Margo apoyó una rodilla en el suelo y disparó, las <strong>de</strong>tonaciones <strong>de</strong> su pistola ahogadas<br />
por el fragor general.<br />
Advirtió un movimiento al otro lado <strong>de</strong>l arco, y al volverse vio otro grupo <strong>de</strong><br />
criaturas correr hacia ellos <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el Pabellón <strong>de</strong> Cristal. Smithback, forcejeando<br />
<strong>de</strong>sesperadamente con el lanzagranadas, fue reducido y <strong>de</strong>rribado. Pen<strong>de</strong>rgast, con la<br />
espalda contra la pared, trazaba un arco <strong>de</strong> llamas, manteniendo a raya a las criaturas que<br />
lo ro<strong>de</strong>aban. Con una curiosa sensación <strong>de</strong> irrealidad, Margo apuntó a las cabezas <strong>de</strong> las<br />
criaturas que tenía enfrente y empezó a <strong>de</strong>scerrajar un tiro tras otro. Cayó una criatura,<br />
luego otra, y <strong>de</strong>spués Margo notó que disparaba con el cargador vacío. Retrocedió tan<br />
<strong>de</strong>prisa como pudo, sacando <strong>de</strong>l bolso otro puñado <strong>de</strong> balas. De pronto notó movimiento<br />
alre<strong>de</strong>dor, muy cerca, en todas direcciones. Unos brazos como cables <strong>de</strong> acero la agarraron<br />
por el cuello y le arrancaron la pistola <strong>de</strong> la mano. Un olor fétido como el aliento <strong>de</strong> un<br />
cadáver inundó sus sentidos. Cerró los ojos, llorando <strong>de</strong> dolor, miedo y rabia, procurando<br />
prepararse lo mejor posible para una muerte inevitable.<br />
60<br />
Snow observó congregarse a las oscuras figuras en la boca <strong>de</strong>l túnel, cortándoles el<br />
paso. Se habían <strong>de</strong>tenido por un momento ante el intenso brillo <strong>de</strong> la bengala, pero se<br />
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