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Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

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DOUGLAS PRESTON & LINCOLN CHILD EL RELICARIO<br />

mujer hablaba con frases cortas y concluyentes. Hayward se acercó y reconoció a la mujer;<br />

era la lí<strong>de</strong>r <strong>de</strong> la plataforma Recuperemos Nuestra Ciudad, la madre <strong>de</strong> Pamela Wisher.<br />

—… una atrocidad como nunca antes se había visto en esta ciudad —<strong>de</strong>cía la señora<br />

Wisher—. Una docena <strong>de</strong> amigos míos está ahora en el hospital. ¿Y quién sabe cuántos <strong>de</strong><br />

nuestros seguidores habrán resultado heridos? Le prometo, y prometo también al alcal<strong>de</strong>,<br />

que sobre esta ciudad va a caer una lluvia <strong>de</strong> <strong>de</strong>mandas. ¡Una verda<strong>de</strong>ra lluvia, jefe<br />

Horlocker!<br />

—Señora Wisher —repuso Horlocker en un valiente intento—, según nuestros<br />

informes, han sido los elementos más jóvenes <strong>de</strong> su manifestación quienes han iniciado el<br />

alboroto…<br />

Pero la señora Wisher no lo escuchaba.<br />

—Y cuando esto termine —continuó—, y el parque y las calles que<strong>de</strong>n limpios <strong>de</strong> la<br />

basura y los escombros que ahora la ensucian, nuestra organización será más fuerte que<br />

nunca. Si el alcal<strong>de</strong> nos temía ya antes <strong>de</strong> esta noche, mañana nos temerá diez veces más.<br />

La muerte <strong>de</strong> mi hija fue la llama que prendió el fuego <strong>de</strong> nuestra causa; pero este<br />

vergonzoso ataque contra nuestras liberta<strong>de</strong>s y nuestra integridad física ha <strong>de</strong>satado un<br />

auténtico incendio. Y no vaya a creer que…<br />

Hayward retrocedió, consi<strong>de</strong>rando que quizá aquel no era el mejor momento para<br />

abordar al jefe. Notó un tirón en la manga, y al volverse vio que Carlin la miraba. Sin<br />

hablar, señaló hacia el Great Lawn. Hayward echó un vistazo y se quedó estupefacta.<br />

En la fresca noche veraniega, el Great Lawn se había convertido en un campo <strong>de</strong><br />

batalla. Varias docenas <strong>de</strong> grupos pugnaban, acometían, se retiraban en una caótica<br />

escena. A la trémula luz <strong>de</strong> numerosas pequeñas fogatas encendidas en las papeleras <strong>de</strong>l<br />

contorno se veía que la explanada, antes una hermosa alfombra <strong>de</strong> césped, se había<br />

convertido en un basurero. Entre la oscuridad y la inmundicia, era difícil <strong>de</strong>terminar qué<br />

alborotadores eran mendigos y cuáles no. Al este y el oeste, se había formado una doble<br />

barrera <strong>de</strong> coches <strong>de</strong> policía con los faros enfocados hacia la escena. En un rincón, un gran<br />

grupo <strong>de</strong> manifestantes bien vestidos —los pocos representantes que quedaban <strong>de</strong> la élite<br />

<strong>de</strong>l movimiento Recuperemos Nuestra Ciudad— retrocedía hacia el cordón policial, ya<br />

persuadido al parecer <strong>de</strong> que la oración <strong>de</strong> medianoche no tendría lugar. Pelotones <strong>de</strong> la<br />

policía y la Guardia Nacional avanzaban lentamente <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la periferia, disolviendo<br />

refriegas, blandiendo las porras, efectuando <strong>de</strong>tenciones.<br />

—¡Jo<strong>de</strong>r! —masculló Hayward con ferviente convicción—. ¡Qué <strong>de</strong>smadre!<br />

Carlin, sorprendido, se volvió hacia ella y, llevándose la mano a la boca, manifestó su<br />

<strong>de</strong>saprobación con un carraspeo.<br />

Tras ellos se produjo un repentino revuelo. Hayward se giró y vio alejarse a la señora<br />

Wisher con paso elegante y la cabeza en alto, acompañada <strong>de</strong> un séquito <strong>de</strong> criados y<br />

guardaespaldas. Horlocker parecía un púgil <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> un mal combate a doce asaltos. Se<br />

reclinó contra la pared <strong>de</strong> color arena <strong>de</strong>l castillo como si buscase apoyo.<br />

—¿Han rociado ya el Reservoir con… en fin, como se llame? —preguntó por fin con<br />

la respiración entrecortada.<br />

—Thyoxin —apuntó un hombre bien vestido que se hallaba <strong>de</strong> pie junto a un equipo<br />

<strong>de</strong> radio autónomo—. Sí, han terminado hace quince minutos.<br />

Horlocker miró alre<strong>de</strong>dor con los ojos hundidos en las cuencas.<br />

—¿Por qué <strong>de</strong>monios no hemos tenido aún noticias? —Su mirada se posó en<br />

Hayward—. ¡Eh, usted! —bramó—. ¿Cómo se llama? ¿Harris?<br />

Hayward se acercó.<br />

—Hayward, señor.<br />

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