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ACTAS DEL CONGRESO CNLSE SOBRE LA INVESTIGACIÓN<br />
DE LA LENGUA DE SIGNOS ESPAÑOLA 2013 105<br />
partida como sujeto de la acción, y el punto de finalización como objeto del mismo. Entre estos verbos<br />
encontramos acciones como PREGUNTAR, DECIR, etc. La única diferencia entre ambas lenguas (la DGS<br />
y la LSE), radica en la variedad de algunas realizaciones, pues en lo que respecta a la manera de llevar<br />
a cabo estos signos y a los puntos de partida y de finalización de los mismos, son éstos idénticos en<br />
ambas lenguas.<br />
Otro punto a destacar en este estudio es el relativo a los clasificadores, mediante los cuales algunos<br />
elementos se sobreentienden, por las diferentes configuraciones que adopte la mano durante la realización<br />
de un determinado signo. Estas formas manuales guardan relación con el aspecto del objeto<br />
representado. En el caso del verbo COMER, la mano adopta formas distintas según aquello que se va<br />
a comer, por lo que estos clasificadores nos sirven para plasmar, en un mismo signo, objeto y verbo<br />
(Russo et al., 2007). Otro ejemplo interesante es el del verbo NADAR, en el que la mano se mueve de<br />
forma diferente si quien nada es una persona, un pez, u otro animal. En este caso, el verbo va unido al<br />
sujeto de la frase. Asimismo, los clasificadores permiten expresar, a través de un movimiento simple<br />
con el verbo, el complemento circunstancial de lugar. Estos clasificadores permiten afirmar que las<br />
lenguas de signos poseen un principio de simultaneidad del que no disponen las lenguas orales. Así<br />
pues, concluimos que los clasificadores son característicos de ambas lenguas de signos.<br />
No existe unanimidad respecto a la expresión del género en ninguna de las lenguas analizadas. La LSE<br />
pospone el signo específico de HOMBRE o MUJER a una determinada palabra para indicar el género de<br />
dicho vocablo, mientras que en la DGS esa diferencia de género viene dada, principalmente, por las<br />
configuraciones de la boca o por signos distintos para cada género. Así, los signos BRUDER (hermano)<br />
y SCHWESTER (hermana) se realizan del mismo modo, con excepción de las disposiciones bucales.<br />
Mientras los signos, MANN (hombre) y FRAU (mujer), son dos signos claramente diferenciados y no<br />
necesitan aclaración mediante configuración bucal.<br />
El plural se expresa en ambas lenguas recurriendo a procedimientos similares: en primer lugar se<br />
repite el signo un determinado número de veces, en segundo lugar se utiliza el numeral que se antepone<br />
al objeto del que se quiere indicar el plural. Tanto en la DGS como en la LSE el procedimiento<br />
para indicar el plural es el mismo; la única diferencia consiste en que en la DGS, ese numeral se suele<br />
adaptar al signo, llegando a formar un todo. Por último, para señalar el plural existe, además, la opción<br />
de los adverbios de cantidad que se unen a la palabra concreta. Aunque dichos adverbios posean<br />
una realización distinta en una y otra lengua, éstos se comportan del mismo modo. El concepto de la<br />
reduplicación está íntimamente unido a la cuantificación: en ambas lenguas, el sistema consiste en<br />
repetir el signo varias veces acompañándolo de un movimiento de cabeza concreto. Esta iteración no<br />
solo es exclusiva de los sustantivos, también se observa en los verbos en ambos idiomas (Herrero,<br />
2008; Oviedo, 2001; Papaspyrou et al., 2008; Prillwitz, 1985; Rodríguez, 1992).<br />
El funcionamiento de los numerales es, en principio, similar en una y otra lengua. El único aspecto<br />
que llama la atención es que en Alemania se comienza a contar la unidad con el pulgar, mientras en<br />
España se considera al dedo índice como la unidad. En el caso de las decenas, centenas y millares,<br />
observamos en la DGS que éstas se realizan como un bloque, mientras en la LSE se signan, a partir de<br />
15, como unidades independientes.