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ACTAS DEL CONGRESO CNLSE SOBRE LA INVESTIGACIÓN<br />

DE LA LENGUA DE SIGNOS ESPAÑOLA 2013 251<br />

mudo. El maestro-director Tiburcio Hernández, contrario a los signos, reconocerá años después que<br />

es necesario utilizarlos para la formación de los alumnos sordos (Hernández, T., 1820). Esto refleja<br />

una cierta desorientación metodológica inicial.<br />

Habría que esperar al 1835, cuando la Sociedad Económica, retomando sus funciones suspendidas<br />

en 1821, se haga nuevamente cargo del establecimiento y extienda el beneficio de la instrucción a las<br />

niñas sordas de Madrid, con la apertura de la escuela externa el 10 de septiembre de 1835, nombrando<br />

a Doña Jacoba Hernández profesora de misma. El nuevo reglamento de 1838 indica explícitamente<br />

que el establecimiento tiene por objeto «la instrucción de las personas de uno y otro sexo».<br />

También se extiende el ámbito de escolarización al resto de las provincias, con la admisión de uno<br />

o dos alumnos gratuitos, en colaboración con los ayuntamientos y las diputaciones, adquiriendo el<br />

carácter de nacional; pero hubo que esperar al traslado a la calle San Mateo, para la instalación completa<br />

del departamento de niñas: externas e internas. Según el Calendario manual y guía de forasteros<br />

en Madrid para 1837, bajo el título “Colegio Nacional de Sordo-mudos que por reales órdenes…<br />

Doña Jacoba Hernández, Profesora de niñas externas. En este establecimiento hay diez y seis alumnos<br />

internos; seis externos y quince alumnas externas”.<br />

Según Fernández Villabrille en su libro Instrucción popular…: «En España, en 1842, tenemos más de<br />

10.000 sordos número excesivo en comparación del único colegio que les está destinado y además<br />

solo se están matriculado 36 sordo-mudos».<br />

El reglamento de 1863 contempla que el centro tiene como objeto «dar la primera instrucción y prepararlos<br />

para un arte u oficio o profesión liberal» y el artículo 14 recoge los siguientes oficios:<br />

«Para los sordomudos: litografía e iluminación de estampas, grabado en madera, dorado, imprenta,<br />

encuadernación y librería, carpintería, ebanistería y tornería, cerrajería, pasamanería,<br />

sastrería, zapatería y oficio de cabestreros. Para las sordo-mudas: costura y bordado, lavado y<br />

planchado, encajes y blondas, flores de mano, pasamanería, iluminación de estampas y grabado<br />

en madera. Además, los servicios de cocina, comedor y otros de gobierno doméstico».<br />

El 13 de julio de 1834, D. Juan Manuel Ballesteros, médico y profesor del colegio, elevó a la Sociedad<br />

Matritense un informe sobre los progresos realizados por un alumno ciego, solicitando la creación<br />

de una escuela de ciegos, propuesta acogida calurosamente por la Sociedad y aceptada por S.M. la<br />

Reina gobernadora.<br />

El Real Colegio con la dirección de D. Juan Manuel Ballesteros incorporará con carácter definitivo a los<br />

ciegos, a partir de 20 de febrero de 1842, al sistema educativo, pasando a denominarse Real Colegio<br />

de Sordomudos y Ciegos de Madrid.<br />

D. Juan Manuel Ballesteros y Santamaría, de formación cirujano, es uno de los jalones históricos en la<br />

educación de las personas con sordera en España por su aportación a la investigación, a la práctica<br />

rehabilitadora y educadora, a la organización de la educación institucionalizada y a la difusión y concienciación<br />

social.

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