Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
24 LA LENGUA DE SIGNOS ESPAÑOLA HOY<br />
tativo y gradual) y, por último, la expresión de la modalidad (explicando su incidencia, los recursos<br />
lingüísticos para su expresión así como los tipos de modalidad que existen en la lengua de signos<br />
española). No es necesario aquí un conocimiento minucioso de todos estos aspectos del verbo, pues<br />
lo verdaderamente relevante es que demuestra –desde el punto de vista científico– que la lengua de<br />
signos española permite efectivamente hablar de temas que aluden al pasado, al presente y al futuro<br />
así como desarrollar ideas y conceptos abstractos como cualquier otra lengua, cumpliendo por tanto<br />
la característica de desplazamiento.<br />
Tercera: unidades discretas 15 . Las unidades de las lenguas son discretas en el sentido en que «las<br />
lenguas usan un conjunto reducido de elementos (sonidos) que contrastan claramente entre sí. Cuando<br />
las unidades de un sistema de comunicación son claramente separables en elementos distintos<br />
decimos que el sistema es discreto. Los sonidos de la lengua son perceptibles por el oyente como unidades<br />
diferenciadoras. En los sistemas de comunicación animal las señales (…) tienden a ser analógicas,<br />
es decir, se presentan en escalas continuas de intensidad variable, de manera que la longitud,<br />
el tono o la intensidad de la señal puede variar con el grado de la emoción o el contenido informativo<br />
que se intenta expresar. Pero un “liiiibro” no es un objeto más grande ni más pesado que un “libro”<br />
en ninguna lengua natural» (Hualde et al., 2003).<br />
Toda lengua humana posee esta propiedad. Las lenguas orales contienen unidades mínimas sin significado<br />
(fonemas). Estos fonemas o sonidos se organizan en sílabas que, combinadas entre sí, dan<br />
lugar a la formación de palabras de forma ilimitada. La combinación de éstas últimas da lugar a la<br />
construcción de frases que a su vez da lugar a la construcción de textos o discursos enteros. «La<br />
lengua es un sistema y sus elementos se organizan de una forma sistemática. No todos los sonidos<br />
que físicamente podemos hacer están dentro del sistema lingüístico, sino sólo un conjunto muy limitado»<br />
(Minguet Soto, 2001). En este sentido, a pesar de la capacidad humana general para realizar<br />
los mismos sonidos, no todos ellos están incluidos en el sistema lingüístico en el que cada individuo<br />
está inmerso. Así, podemos encontrar sonidos presentes en lenguas que no se encuentran en otras.<br />
Hablamos, por ejemplo, de las vocales abiertas o cerradas del francés /e/ versus / /, la /j/ española<br />
o la /ð/ inglesa de father –entre otras.<br />
La falsa creencia de que esta característica del lenguaje no era aplicable a la lengua de signos española<br />
ha perdurado en el tiempo. Se consideraba que «los signos eran un todo, un gesto natural que no se podía<br />
dividir en partes más pequeñas y por tanto que no tenía estructura» (ibíd.). El primero en desmentir<br />
dicha creencia y, por tanto, en argumentar que los signos sí tenían estructura fue Stokoe (1960).<br />
Si bien es cierto que los lingüistas no dudan sobre la estructura de los signos de la lengua de signos,<br />
no existe consenso respecto a su designación. Herrero (2002) recoge los diferentes términos acuñados<br />
por los lingüistas para designar los fonemas de la lengua de signos: «Stokoe ofrecía un listado<br />
(declaradamente inconcluso) de lo que llamaba “queremas” (…) la supuesta congruencia con el término<br />
“fonema” quedaba puesta en evidencia por su caracterización de los queremas como “aspectos<br />
15<br />
Este rasgo está en séptima posición en Minguet Soto (ibíd). El motivo por el que lo explicamos en tercer lugar<br />
es porque consideramos que facilita la compresión de puntos posteriores.