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36 LA LENGUA DE SIGNOS ESPAÑOLA HOY<br />
lingüística comprende los esfuerzos deliberados por influir en el comportamiento de otras personas<br />
respecto de la adquisición, la estructura o la asignación funcional de sus códigos lingüísticos».<br />
Observamos así que existe un amplio abanico de definiciones e incluso de denominaciones de la<br />
misma idea de planificación lingüística, pero con el común denominador de la intencionalidad de<br />
actuar sobre una lengua con variados propósitos. Además, esta intencionalidad debe organizarse de<br />
manera que las actuaciones de promoción de una lengua no tengan carácter puntual y desconectado<br />
del resto de actuaciones. Así, una aproximación a la normalización o a la planificación lingüística que<br />
se precie debe incluir factores tan determinantes como: los actores sociales, los comportamientos lingüísticos<br />
en los que se pretende influir, los destinatarios de las acciones de normalización lingüística,<br />
los objetivos que persigue, los medios de los que dispone y cualesquiera otros factores que puedan<br />
determinar la planificación. Respecto a los actores sociales, es necesario distinguir claramente entre<br />
el cuerpo dedicado a esta planificación (técnicos, lingüistas, políticos, etc.) y los individuos o grupos<br />
de personas usuarias.<br />
Por otra parte, se precisa detectar las necesidades y las aportaciones que deberá tener esta planificación,<br />
y en base a esta detección o análisis, habrá algunas acciones que se dirijan a toda la población<br />
en general, y otras propuestas que se puedan enfocar a un sector concreto. En el primer caso, una<br />
campaña en los medios de comunicación, mientras que la incorporación de una lengua como una<br />
asignatura optativa en el currículo del Sistema Educativo sería una acción enfocada al sector educativo.<br />
En todo ello, hay que tener en cuenta los factores situacionales, estructurales y culturales que<br />
circundan a esta lengua y analizar los medios con los que se cuenta dado que, siguiendo a Corbeil<br />
(1983), existen unos principios que favorecerán su éxito:<br />
••<br />
Principio de convergencia: el impacto de la actuación reguladora será mayor si se propone<br />
una misma opción.<br />
••<br />
Principio de dominancia: tener en cuenta los actores sociales dominantes.<br />
••<br />
Principio de persistencia o inercia social: tener en cuenta que el cambio es más costoso que<br />
la innovación.<br />
••<br />
Principio de coherencia interna del sistema lingüístico: no proponer actuaciones que violenten<br />
los principios del sistema lingüístico.<br />
Puede observarse así que es de vital importancia prever o intuir las reacciones que tendrán los usuarios<br />
de una lengua que va a ser planificada, ya que en último término son precisamente los usuarios<br />
los que deciden si aceptan o no ciertos cambios que se llevarán a cabo, al menos, para minimizar el<br />
fracaso. La historia nos ofrece numerosos ejemplos de cómo fracasan determinadas políticas normalizadoras<br />
cuando la comunidad minoritaria percibe cómo se imponen patrones lingüísticos estándares<br />
que les son ajenos.<br />
La Carta Europea para las Lenguas Regionales y Minoritarias (hecha en Estrasburgo, 1992) recoge que<br />
«el derecho a usar una lengua minoritaria en la vida pública y privada» es «inalienable, de acuerdo con<br />
los principios recogidos en el Acuerdo Internacional de Derechos Civiles y Políticos». Además, se enfatiza