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210 LA LENGUA DE SIGNOS ESPAÑOLA HOY<br />

1. Introducción<br />

A finales de los años 90 se pusieron en marcha, en nuestro país, las primeras experiencias educativas<br />

bilingües de LSE-Lengua Oral y Escrita, (Apansce, 1998). A diferencia de lo que sucede en otras modalidades<br />

de educación bilingüe unimodal-oral (por ejemplo Inglés-Español), el bilingüismo bimodal<br />

LSE-LO no fue diseñado o planificado desde la administración educativa, sino que surgió más bien, de<br />

“abajo–arriba” (Morales, 2006), desde la iniciativa de las escuelas, la comunidad sorda y las familias,<br />

sin orientaciones ni normativa oficial con respecto al currículo, la organización de las enseñanzas o la<br />

evaluación. En ese contexto y teniendo, además, en cuenta la escasez de investigaciones lingüísticas<br />

y psicolingüísticas de la LSE, los centros se enfrentaron a una situación en la que prácticamente todo<br />

estaba por hacer. Tratar de organizar la enseñanza de los alumnos respondiendo a las preguntas básicas<br />

de qué y cómo enseñar y evaluar, se convirtió en objetivo de trabajo de los nuevos departamentos<br />

de LSE que se organizaron en los centros.<br />

En el momento actual, los profesionales de la educación cuentan con documentos y orientaciones<br />

para la elaboración de los proyectos curriculares de LSE, así como con algunos materiales didácticos<br />

para su enseñanza, por lo general desarrollados o impulsados desde la CNSE y la Fundación CNSE 79 .<br />

Sin embargo, continúa sin estar cubierta la necesidad de disponer de instrumentos de evaluación<br />

que permitan determinar el progreso y nivel de competencia que los alumnos, tanto sordos como<br />

oyentes, alcanzan en la LSE. A diferencia de lo que sucede con la evaluación de la lengua oral, para la<br />

que se dispone de una gran variedad de instrumentos, son muy escasas las herramientas para valorar<br />

la competencia en lengua de signos y las que existen suelen consistir, por lo general, en medidas<br />

descriptivas informales desarrolladas por los propios centros escolares que tienen una muy limitada<br />

difusión a otros centros y profesionales. A estas iniciativas de los centros hay que añadir algunas<br />

herramientas utilizadas en el marco de la investigación universitaria (Rodriguez, 2005; Silvestre y<br />

Ramspott, 2003) o de proyectos mixtos: universidad-escuela como el de Lineros, Soto, López, Martínez<br />

y Nogueira (2012) que, impulsado desde la Consejería de Educación de la Comunidad Autónoma<br />

de Murcia y la Universidad de Murcia, tenía como objetivo elaborar unos criterios de evaluación para<br />

las etapas de infantil, primaria y secundaria y desarrollar un instrumento multimedia que evaluara la<br />

competencia comunicativa en LSE, tanto a nivel de expresión como de comprensión 80 .<br />

La necesidad de evaluar la lengua de signos se hace patente no sólo de los entornos educativos bilingües<br />

(LSE-LO), sino también en el ámbito clínico del lenguaje. No es infrecuente que logopedas o<br />

psicólogos del lenguaje se encuentren con niños que consultan por dificultades en la lengua oral pero<br />

que cuentan con cierta competencia en lengua de signos, competencia que, sin embargo, no suele<br />

evaluarse. Esta ausencia de información puede llevar a minusvalorar las competencias lingüísticas<br />

de esos niños, o a pasar por alto que las dificultades mostradas en la lengua oral pueden también<br />

observarse en la lengua de signos, lo que permitiría aludir tal vez a un problema más global en la<br />

79<br />

Para una revisión, consultar página web del CNLSE .<br />

80<br />

Lamentablemente, el proyecto iniciado no se concluyó.

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