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34 LA LENGUA DE SIGNOS ESPAÑOLA HOY<br />

3. Normalización lingüística<br />

La lengua de signos española así como sus usuarios en España, principalmente las personas sordas y<br />

sordociegas, han experimentado en los últimos tiempos y de forma muy rápida, importantes transformaciones.<br />

Por una parte, la aprobación de la Carta Magna en 1978 –en la que se reconoce el derecho<br />

de las minorías lingüísticas a preservar, respetar y utilizar su lengua propia– ha influido no sólo a nivel<br />

legislativo en cuanto a protección y derechos lingüísticos de las lenguas del Estado, sino que este<br />

hecho, unido a los cambios sociales acaecidos en España desde esa fecha, ha favorecido un estado<br />

de opinión en la sociedad, que poco a poco entiende y, a su vez, valora esta diversidad lingüística.<br />

Cabría, pues, preguntarse qué supone para la comunidad lingüística usuaria de la lengua de signos<br />

española el reconocimiento de esta lengua en la Ley 27/2007: básicamente representa el derecho de<br />

cualquier persona sorda o sordociega a utilizarla libremente, o bajo la elección de sus padres o tutores<br />

cuando sean menores, con plena validez y eficacia jurídica, sin que se le pueda exigir que se comunique<br />

en una lengua distinta a la lengua de su elección en aras de la eliminación de las barreras que impidan<br />

su acceso a la información y a la comunicación, como se expresa en el Preámbulo de la Ley.<br />

Por otra parte y muy unido a este hecho, la lengua de signos española está viviendo cambios formales<br />

y de dominio o uso: si bien hasta hace pocos años se limitaba a ser utilizada en círculos restringidos,<br />

concretamente en el entorno asociativo y escolar, de personas sordas y sordociegas y sus familias, el<br />

número de personas usuarias está aumentando día a día como lo está haciendo el número de ámbitos<br />

en los que la lengua de signos española tiene más presencia. Si cualquier medida o actuación sobre<br />

una lengua debe ser coherente y consecuente con la realidad social, también lo es para la lengua<br />

de signos española. El entorno social y político de una lengua concreta repercute de forma directa y<br />

está íntimamente ligado a la situación en que se verá inmersa, de la misma forma que los cambios<br />

sociales en la población repercutirán en el estatus e imagen social de la lengua. Los cambios sociales<br />

que han tenido lugar dentro la comunidad lingüística usuaria de la lengua de signos española en<br />

los últimos años, el inicio de su enseñanza como segunda lengua a la sociedad, la incorporación de<br />

ésta en distintos estamentos del sistema educativo, la proliferación de investigaciones, el aumento<br />

de profesionales de la interpretación y un largo etc. han provocado la actual transformación social y<br />

lingüística que estamos viviendo.<br />

El estudio sistemático de la planificación lingüística no se empezó a realizar hasta mediados del siglo<br />

XX, cuando el lingüista norteamericano E. Haugen (1959), comenzó a interesarse por los problemas<br />

sociolingüísticos de los países que habían sido colonizados y que habían conseguido su independencia,<br />

acuñando el término de language planning. En estos casos, la situación de multilingüismo hacía<br />

difícil la decisión de cuál debía ser la lengua oficial del país. Es decir, el concepto de planificación<br />

lingüística lleva intrínseco el concepto de desequilibrio –siempre que dos a más lenguas entran en<br />

convivencia– o contacto lingüístico –las realidades lingüísticas que se derivan de estos contactos provocan<br />

distintas soluciones lingüísticas, tales como diglosia o bilingüismo–, así como el concepto de<br />

toma de decisiones. Además, hay que ser conscientes de que cualquier transformación de la realidad

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