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18 LA LENGUA DE SIGNOS ESPAÑOLA HOY<br />

Respecto al número de personas sordociegas, es una cuestión más compleja de resolver desde el<br />

mismo momento en que «es imposible delimitar en términos numéricos en la realidad qué nivel de<br />

pérdida sensorial en un sentido, considerada en conjunción con qué otro nivel de pérdida del otro<br />

sentido, es tan limitante que convierte a la persona en sordociega» (Álvarez Reyes, 2004). La European<br />

Deafblind Network estima que hay al menos 150.000 personas en Europa 6 y se estima que la<br />

incidencia de la sordoceguera es de 15 personas por cada 100.000, por lo que en España puede haber<br />

un total de 6.000 personas sordociegas (ibíd.). Y aunque la lengua de signos es uno de los sistemas<br />

de comunicación más utilizados por las personas sordociegas 7 , no disponemos de información sobre<br />

este colectivo usuario de esta lengua en España.<br />

2.1.2. Aspectos cualitativos<br />

Para comenzar, y aunque se ha repetido hasta la saciedad en multitud de ocasiones, debemos insistir<br />

en la idea de la heterogeneidad de las personas sordas (Alvira et al., 1999; Muñoz Baell y Ruiz, 2000;<br />

Moreno, 2000). No nos referimos aquí a la diversidad humana existente en cualquier grupo humano<br />

(sexo, edad, orientación sexual, raza, etc.), sino a que ni todas las personas sordas son iguales por<br />

razón de su sordera ni tienen las mismas necesidades. Los factores fundamentales que determinan<br />

dicha heterogeneidad pueden agruparse básicamente en personales y del entorno (Moreno, 2000).<br />

Los factores personales tienen que ver con la edad a la que se adquirió la sordera, el grado de pérdida<br />

auditiva, la localización de la lesión y el momento en que se diagnostica. Los factores del entorno se<br />

refieren fundamentalmente a las características de la familia, escuela y sociedad en las que las personas<br />

sordas están inmersas.<br />

En cualquier caso, no contamos hasta el momento con ningún estudio que defina un perfil de la persona<br />

sorda usuaria de la lengua de signos. Si bien es cierto que se presupone que los niños sordos<br />

pueden aprender la lengua de signos de sus padres sordos si son usuarios de la lengua de signos<br />

(Lane, 2005), lo cierto es que entre un 90 % y un 95 % de los niños sordos nace en el seno de familias<br />

con padres oyentes (Marschark, 1997; Díaz-Estébanez et al., 1999; Padden, 2000). O lo que es lo<br />

mismo: la mayoría de las personas sordas usuarias de lengua de signos nacen y crecen en familias<br />

oyentes (Reagan, 2006). Conviene, por tanto, ser prudentes en el desarrollo de estereotipos respecto<br />

al usuario de la lengua de signos, pues es inexacto asociar exclusivamente la lengua de signos a las<br />

personas sordas con padres sordos, como posiblemente tampoco habrá una relación directa con otro<br />

tipo de factores, ya sean personales o sociales. Y, por otra parte, se requiere romper la aparente dicotomía<br />

entre personas usuarias de medios de apoyo a la comunicación oral y usuarias de la lengua de<br />

signos española, ya que en realidad todas las personas sordas y sordociegas son usuarias en mayor<br />

o menor medida de medios de apoyo a la comunicación oral, al margen de ser o no usuarias de la<br />

lengua de signos española.<br />

6<br />

European Deafblind Network: .<br />

7<br />

World Federation of the Deafblind: .

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