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38 LA LENGUA DE SIGNOS ESPAÑOLA HOY<br />
conjunto de actuaciones intencionadas, organizadas y sistematizadas para la promoción del estatus<br />
y del corpus de una lengua, lo cual equivale más al término de planificación o política lingüística en<br />
la literatura anglosajona.<br />
Siguiendo a los más destacados expertos en materia de normalización de lenguas, entendemos la<br />
normalización de la lengua de signos española en un enfoque de trabajo a favor de una comunidad<br />
lingüística minorizada. No olvidemos que la Ley 27/2007 y el Centro de Normalización Lingüística de<br />
la Lengua de Signos Española (CNLSE) no deben ser un fin en sí mismos, sino tan sólo herramientas<br />
–el medio– para colocar a la lengua de signos española en el estatus que le corresponde como lengua.<br />
Además de para la eliminación de las barreras de comunicación que afectan a las personas sordas<br />
y sordociegas usuarias de esta lengua para su plena integración y participación social. Por ello, la<br />
normalización de la lengua de signos española debe llevarse a cabo en un paradigma esencialmente<br />
social: nuestra comunidad lingüística convive en un entorno en el que las normas de uso social de<br />
la lengua de signos española son claramente más restringidas que las determinadas para la lengua<br />
oficial y, por otra parte, todas las personas que componen esta comunidad son bilingües en mayor<br />
o menor medida, frente al evidente desconocimiento del resto de la sociedad en la que conviven. Y<br />
finalmente, como consecuencia de lo anterior, los miembros de esta comunidad minorizada sienten<br />
frecuentemente la necesidad de presentarse a sí mismos también como miembros de la comunidad<br />
mayoritaria, relegando a un segundo término su propia idiosincrasia.<br />
Como bien señala Ricento (2006), «la investigación en la política y planificación lingüística debe ser<br />
entendida como una actividad multidisciplinar, en la que se toman herramientas metodológicas y<br />
conceptuales de diversas disciplinas que precisan ser aplicadas adecuadamente a los problemas del<br />
mundo real y a los desafíos relacionados con el lenguaje que, por definición, están integrados en<br />
todos los aspectos de la sociedad y la vida social» 29 (el subrayado es nuestro). Este hecho podemos<br />
entenderlo claramente con Spolsky (2004) a propósito de la creación de léxico para una lengua: supongamos<br />
que como consecuencia de una efectiva política lingüística de normalización de la lengua<br />
de signos española, las personas sordas y sordociegas pueden acceder, a través de esta lengua, a<br />
cada vez más ámbitos sociales. Como ya hemos señalado, esto debe ir acompañado necesariamente<br />
de una normativización de la lengua. Por ejemplo, la intérprete de lengua de signos necesitará del<br />
léxico adecuado para interpretar a un alumno sordo o sordociego una clase universitaria de química.<br />
Spolsky nos explica así que la creación del léxico no es una cuestión sencilla y técnicamente lingüística<br />
30 : «En 1970 muchos lingüistas pensaban que era un error intentar controlar la elaboración léxica<br />
(Fishman, 1983). Una década después, muchos parecen creer que todo lo que se necesitaba para desarrollar<br />
un nuevo léxico era una sencilla habilidad técnica. Lo que no percibieron, se queja Fishman<br />
(1983:109), fue que la gestión del éxito dependía de la comprensión del “complejo y delicado contexto<br />
29<br />
Texto original en inglés: «research in LPP [language policy and planning] must be understood as both a multidicisplinary<br />
activity, in that conceptual an methodological tools borrowed from various disciplines need to be<br />
appropriately integrated and applied to real-world problems and challenges involving language, which, by definition,<br />
are embedded in all aspects of society and social life».<br />
30<br />
Spolsky se refiere a las lenguas orales, pero la misma situación se puede dar en las lenguas de signos.