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62 LA LENGUA DE SIGNOS ESPAÑOLA HOY<br />
La tendencia no puede ser sino la de perseguir que la Sociedad de la Información sea una sociedad<br />
inclusiva, también para las personas sordas y sordociegas, y no una nueva vía para la exclusión<br />
ciudadana o en ocasiones denominada infoexclusión. En este sentido, en el artículo 20.1 de la Constitución<br />
Española de 1978 se reconocen y protegen los derechos a comunicar o recibir libremente<br />
información por cualquier medio de difusión. En lo que respecta a la comunidad sorda en particular,<br />
en el artículo 14 sobre los medios de comunicación social, telecomunicaciones y sociedad de la<br />
información de la Ley 27/2007 se establece que «las páginas y portales de Internet de titularidad<br />
pública o financiados con fondos públicos se adaptarán a los estándares establecidos en cada momento<br />
por las autoridades competentes para lograr su accesibilidad a las personas sordas, con<br />
discapacidad auditiva y sordociegas mediante la puesta a disposición dentro de las mismas de los<br />
correspondientes sistemas de acceso a la información en la lengua correspondiente a su ámbito<br />
lingüístico».<br />
Cabe mencionar la publicación de la norma de calidad UNE 139804:2007 aprobada por AENOR (Asociación<br />
Española de Normalización y Certificación) sobre requisitos para el uso de la lengua de signos<br />
española en redes informáticas (Resolución de 17 de enero de 2008).<br />
Como quiera que esta breve aproximación no sesgue la percepción de la cuestión que aquí se aborda,<br />
se recogen algunos ejemplos de organizaciones (además de la propia CNSE y Fundación CNSE que<br />
han promovido páginas webs y portales específicos en lengua de signos española así como la red<br />
asociativa) y entidades privadas que han incorporado la lengua de signos española al menos en la<br />
información institucional esencial, tales como el CERMI Estatal, Plataforma de ONG de Acción Social,<br />
Telefónica, Bankinter, Fundación Vodafone España, ASISA, UNED, Adif, Orange, etc.<br />
Por último, si bien el cine no figura habitualmente entre los ámbitos de estudio sobre el estatus de<br />
la lengua de signos, parece interesante dejar constancia de la escasa presencia que esta lengua ha<br />
tenido en el cine español en contraste con la amplia filmografía internacional. Tras un breve análisis<br />
si bien existe una destacada producción internacional de películas dirigidas y protagonizadas por las<br />
mismas personas sordas usuarias de la lengua de signos, nos referimos aquí al cine producido para<br />
circular en las salas comerciales, un cine que llega a un amplio público y que, precisamente por ser<br />
visto por incluso millones de espectadores oyentes en todo el mundo, puede tener un impacto significativo<br />
en la normalización de la lengua de signos.<br />
Las personas sordas y sordociegas conviven y comparten una sociedad mayoritariamente oyente. Sus<br />
vidas pueden ser tan interesantes como las de cualquier otra persona, independientemente de su<br />
particular vivencia de la discapacidad, como miembros que participan activamente en su familia y en<br />
la sociedad. Algunas películas han reflejado esta inclusión social dentro de la normalidad, personajes<br />
integrados en la historia que se quiere contar que perfectamente podrían haber estado protagonizados<br />
por personas oyentes. Otras películas introducen personajes sordos u oyentes usuarios de la<br />
lengua de signos con el único ánimo de servir de elemento narrativo novedoso u original en el conjunto<br />
de la obra cinematográfica. Y finalmente, otras películas giran alrededor de la lengua de signos y<br />
la vida de sus personas usuarias. Este último caso queda perfectamente representado en la popular<br />
película Hijos de un Dios menor, estrenada en 1986, y que tuvo un enorme impacto social, no sólo