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EL VIENTO DE MIS VELAS--J J PICOS

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principales, para que le dieran garantía de que

no pensaban meter los hocicos en el gobierno

de sus cosas. Y después, como si fuera

Secretario Principal del Consejo —el de la

República del Parrote—, aliñó a su gusto uno

de los aposentos para presos distinguidos y

adecentó unas celdas para la gente de su

gabinete. Reunió a las rapaces más señeras de

entre la población del penal: azores como él y

águilas y gerifaltes, que son otros nombres

para los ladrones que sobrevuelan a los de su

gremio. No aceptó a guardacoimas ni padres

de mancebía, ni a ningún otro de los que se

llevan el beneficio de la jodienda sin que ellos

se tengan que joder ni un tanto así.

Huelga decir que, aunque don Antonio nunca

sufrió de esa enfermedad de las cervicales que

lleva a los hombres a inclinar el cuello ante los

reyes, cualquiera podrá imaginar que

Carmeliña vivió desde ese día a cuerpo de

reina. Y mi padre como un sultán, aliviado el

dolor de sus dedos por las sabias caricias de

ella.

La noticia de aquella república utópica fundada

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