EL VIENTO DE MIS VELAS--J J PICOS

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con la gente de las luces en el deseo de quemis coetáneos y las gentes venideras vivancon dignidad y felicidad; y que tambiéncomparto el impulso curioso de conocer estemundo vasto por el que desfilamos tandeprisa. Mi rechazo a las consignas del siglo enel que caí al nacer viene del odio a losbribones y a los imbéciles que se enrolan,unos por beneficio y otros por artificio, en losbatallones de la nueva fe del Progreso. Y quese otorgan patente para dictar a los demás elmodo en el que se ha de pensar y vivir, tal ycomo un lindo a sueldo instruye a un nuevorico en el arte de empolvarse la peluca.También tiene que ver en lo anterior que nofuera yo de esos niños que apuntan con suinterés a un solo blanco; pensar mucho ratoen lo mismo me levantaba migrañas. Aún mepasa. Además, cuando se me pone, soy rígidocomo vara de alcalde: si decido que algo nome gusta, pues no me gusta, y hasta esa lindeel buey. Y coincide que los filósofos —jardineros y alcahuetes de las ideasprogresistas— se cuentan, desde luego, entre
las antipatías que nacieron en mí casi a la vezque mi entendimiento. Y no por la aridez ysoberbia de ellos, sino por mi necedad, claro.Mi maestro, don Gaspar, era curioso como unhurón y tan permeable como nuestra tierragallega. Por temperamento y oficio, seempapaba con las teorías y descubrimientosque nacían como hongos en el tronco añosode Europa. Y se le metió entre ceja y cejacebar con filosofías a su díscolo aprendiz, tal ycomo se ceba con maíz, castaña y huevo uncapón de Villalba. Pero mientras que la suyaera una curiosidad de miope, de anteojos ytrastienda, la mía era de catalejo y de brisasde mar, poco inclinada al abrigo del gallinero.Esa mala disposición que yo mostraba altrivium et cuadrivium tuvo la culpa de que,cuando el librero se prestó a echar semillas enel eriazo de mi caletre, yo hiciera burla de losnombres de los más insignes sofistas. Aúnhoy, pasados los años, me gusta escandalizara los amigos de los filósofos llamando hijo deperra a don Emmanuel. ¿O no es Can suapellido? Pero, por entonces, desarmaba la
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José Juan PicosEl viento de mis ve
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la Muerte en la cara'. La infusión
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A Miguel Ángel Fernández (Tam Tam
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22. Espía y cafetero23. Café y so
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cabeza, la vieja dama gusta más de
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Ensenada para indisponerlo con su s
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de las ocasiones.Cuando a mí me di
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rebanaré las escarpias! Ya me enca
Page 17 and 18: Con el tiempo y unos cuantos regoci
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Page 21 and 22: chiripa. Pues a veces con serendipi
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Page 31 and 32: los merecía. En su afán por hacer
Page 33 and 34: del casón de la Veeduría —aún
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Page 43 and 44: hacerse notar. Es verdad que don Ga
Page 45 and 46: Defoe la hacía cómplice de muchos
Page 47 and 48: y ya blasfemando? ¡Bien sabe Dios
Page 49 and 50: absoluciones quien se precipita en
Page 51 and 52: llenas.Y el viejo librero recordó
Page 53 and 54: —¡Mejor aún! —gritó el clér
Page 55 and 56: hereje a toda la Cofradía del Sant
Page 57 and 58: ideas de la Ilustración en el alma
Page 59 and 60: padre lo llame a uno. ¡Pues si hay
Page 61 and 62: Un bulillo que corrió por La Coru
Page 63 and 64: los otros los de la Santa Cruzada a
Page 65 and 66: caudales de los usureros de Europa
Page 67: sacudían los sables para asustar a
Page 71 and 72: todo. Por si tales argumentos fuera
Page 73 and 74: había andenes en los Cantones del
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Page 77 and 78: Gaspar. Cuando el perrillo se alzó
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Page 83 and 84: —El mozo no me preocupa, don Gasp
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Page 89 and 90: en mi niñez, insultaban llamándol
Page 91 and 92: ceja y atizó el brasero.—Así qu
Page 93 and 94: En las otras plantas vivían con ju
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Page 97 and 98: párroco. No soportaba meterse el t
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Page 101 and 102: saber la causa.Para esos menesteres
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Page 105 and 106: su peso colosal y con la pesadumbre
Page 107 and 108: las costillas a un perro famélico.
Page 109 and 110: ajustado el nudo—, con los cuello
Page 111 and 112: la Muerte en la cara.7PALABRA DE IR
Page 113 and 114: el hogar y las ovejas a encerrar. P
Page 115 and 116: como una madre, porque me regañaba
Page 117 and 118: de los güitos que yo hacía crujir
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que es el nombre que se da a las tr
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así es como titulan los tahúres a
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Iscariote habría tenido por sacrí
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sangre del rostro. Enflaquecía con
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el pardo, envuelto en una levita ve
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del mundo. No se moleste conmigo, d
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su sede la compañía que respalda
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Y cuando un tahúr compasivo quiso
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la razón, si no la tenía ya perdi
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Los parias que asistían al espect
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—¿A dónde? —preguntó con un
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horca y el resto para las bocas de
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no, a Bayona. Pero los cazadores fu
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tan misteriosa como un mediodía?,
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Me miró con unos ojos que me parec
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tahona.Cuando el cabeza de familia
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igual que las almendras que tanto l
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Lo de siempre era un mixtura dehorc
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sabe lo que esto enferma una mañan
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—Tamén digoche que aforraste os
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Y menguaba alguna que otra onza al
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Por eso repartía sin ton ni son, s
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El cura le regalaba a mi patrón al
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Y entonces, el padre Verboso aprove
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devuelven los buenos días.—Y dig
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Así que no les extrañe que fueran
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los tiranos ilustrados le plantaban
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sino de Verino, reputado como la me
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su munición no era de salva, sino
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mal que sus mujeres practicasen la
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confieso que me repugna imaginárme
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el mosén:—Sus nalgas eran tan fi
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incultos matojos, se enredó en ref
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brazos. Calculen sus mercedes si no
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cristianos de Cádiz, haciéndoles
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cornudo soliviantado. Advirtió que
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ahí no sehcapan ni la'gaviota'. ¡
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extraviados— al cura jodedor, má
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—Y que fue injustamente acusada d
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se disfrazan de soldado; por ese la
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que le supo a gloria—. ¿Quieres
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estragadas las agallas con el tabac
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unas guedejas, como al desgaire, co
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enemigos.No se escandalicen sus se
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dos gañanes con tricornio y mosque
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gañidos de miedo y desamparo. Se l
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para su recreo y mi perdición. Los
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Faltaban unos pasos para alcanzar e
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premura deseada, so pena de que los
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—¿De qué cura me habla usted?,
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valenciano. La pelirroja se puso a
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que resultó ser un pelucón taheñ
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aquel tesoro. Por eso alcancé a o
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once varas, me fui, yéndome a topa
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QUIEN BIEN TE QUIERE...Cárcel del
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amparado.Pero a lo que iba. Les hab
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que tenía los mismos zurcidos que
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Sardina, entre comerciantes, pescad
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pues no otra cosa es un estómago a
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falta tener colmillos, calculen sus
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nosotros.En medio de mi estupor, a
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entre todos.—Por lo menos trae us
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Si quieren que les diga la verdad,
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Al llegar a este mojón del camino,
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—Pero si es verdad que vienen tie
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tapias, oficio al que llaman volate
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mocedad saber quién lo había pari
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convierte en el alimento más salud
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cárceles— del Parrote, llevando
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tijeras, le plantó en el cuello lo
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en la Cárcel del Rey corrió como
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desteñido que, sin embargo, lucía
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—La tiene. Porque también se le
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brincaban, unas cuantas de sus cabr
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con el sol y se fue a ver al abad d
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fogonero del Infierno, cogió un ti
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encima el capote helado y a sentars
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heces del albañal. Aquel líquido
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No se lo tomen sus mercedes a broma
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hayan oído hablar de Bernardo Gui
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pasiones, cargadas de cadenas por c
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jaguares y sierpes colosales.El emp
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jodedores, pero, según mi experien
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Viene el preámbulo a que esas crio
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cacao. Estaba claro que no tardarí
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chocolatera; y es que el hombre lo
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tragasteis —me insistía el cura
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mosén—. De noche se esponja y, p
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añoraba las clavículas de la zamb
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—¿Y la bocamanga como sería?,
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lo que aún era: un crío. Lloraba
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partida de ellas, peludas como mitr
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jauría, se desparramó por el culo
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comienzo. En una de aquellas miré
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hambriento y también, tal y como l
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patrono de los libreros. Aunque hay
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en su librería, terminaba por abra
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atendían al de los mariscales que
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los mismos escrúpulos de ArmengolS
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calles, habitación de los cientos
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despellejaba y se los daba al ama G
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piensan invocar, a mayores, al fant
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como a los monjes: hay franciscanos
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tanto de la historia del viejo rica
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que huyeron los otros maestros. Con
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Di nuovo! Oh tu da sennoVai stuzzic
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de Armengol iban tan rápido que aq
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apaleando, para escarmiento de losg
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tamaño de un corazón. El alma se
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mal de amores. Es más, he de confe
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Al ser la mano de obra en Francia m
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Cuando hubo renovado estado civil y
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¡Faltaría más! ¿Acaso no venía
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palacete no era tal, sino un agujer
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al fin y al cabo, sus dueños vení
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alabastro.El pirata inglés, rey de
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el chuchumeco que ensuciaba a la mu
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—¡El mismo! Pero ahora veo que m
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—¡Agustín, vaya de una vez a su
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buen hombre sacó un pañuelo y se
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eso se cebó con el recuerdo de los
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de sus vientres vacíos. Esperaban
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abrevaban sin miedo y los otros rum
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dueño no era la de ilustrarla, sin
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vivir de especular con el trigo de
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librea esmeralda y turbante dorado,
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Flandes. ¡Paciente café, que indu
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trago amargo de recordar mi mocedad
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sonarse los mocos. Don Gaspar, por
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tonterías. Juana de Estopiñán, a
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explicar qué tiene esto que ver co
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Desempeñó tan apropiadamente su n
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Tampoco le hacía favor a la nueva
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Azuzado por el éxito y la perspica
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equilibrio, fundido en plata y cinc
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pues hizo que la tierra se precipit
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—Como diga su merced —y Juana l
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siquiera mis bromas infantiles sobr
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Mi maestro echó mano de su reloj,
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tenéis a bien, podríamos comentar
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a un abismo, no se lo impidáis. La
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La PescaderíaInvierno de 1770Temí
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insultó a mi dama y me privó de u
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demás es vasto, el suyo es profund
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con pétalos, jugaban entre las flo
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¿quiere explicarme qué se le ha p
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pistolones para darles a entender q
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de chiripa me encontraba quehaceres
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completar la importancia, arreglán
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Mi patrón, que me oyó, me mandó
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antes.—Eso será si, antes, no le
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algunos viajeros ingleses tacharon
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los animalejos boqueaban pidiendo d
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—Me vale con aprendiz de tramoya
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los Ingleses que —¡Vaya paradoja
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confidencia. Setaro asintió y ella
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que simulaban escándalo, entre car
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padre Verboso—. Pero la paz de es
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¡Bienvenido a la compañía de Nic
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¡ARRIBA EL TELÓN!Puede que, a est
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los cómicos y cantantes reciben ca
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respirar los aires ilustrados. Suer
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juergas, no invitaba a sus pariente
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una mansarda en los altos del edifi
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arrabaleros que pululaban entre lac
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Con la nariz los gallegosQue los de
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alimentar ilusiones con el soplo de
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mejor calaña que el chucho. El ani
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Menuda fiesta, ¿no? Pues les doy p
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capitular, serás libre; y el mundo
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actores bisoños, en tensión calla
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orejeras de acémila. ¡A otro perr
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cimientos y que ya no era de madera
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Yo buscaba a la baronesa Korzeniows
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mesmerizado allí mismo, desterrado
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el lunar de terciopelo que apuntaba
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un chucho ratonero al que le dan a
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Tal fue mi respuesta, una mixtura d
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las mías por detrás de la butaca.
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suspiro placentero al terminar, aco
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tapaban el pecho desnudo, moreno y
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Las risas de las dos burladoras me
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mano y quitándome de la cara los p
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desplomó. Para entonces, otros ocu
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de que sea yo quien le ponga las ca
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antiguos compinches tenían en la c
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semejantes retumbos pretendía apla
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día me hacía jirones en el alma c
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que no salía de mi interior— ¡E
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Armengol— Cualquiera diría que a
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-No nací soldado, como ya comprend
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abajo. No terminaba él de agonizar
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cabeza y se vistió con los hábito
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de sus rentas. Esas veces no éramo
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que me había olvidado de la coz qu
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sátiro? —se burló el cura.—Me
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Estimo a don Gaspar y por lealtad a
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una seda! Era un matrimonio de much
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goloso y sablista.—Tú, por enton
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Flandes limpio de aranceles, y, ant
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lágrimas...—¿Pero de qué traba
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Quise correr, pero no me llegaba el
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mejillas hundidas, lívido hasta la
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nunca olvidará la lección que el
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renovó en mí el deseo amansado de
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—y una congoja horrible me exprim
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espectro de la escalera de don Gasp
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demonio, Morceguiño —el cegato,
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palabras gemelas. Pues, asómbrense
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alba estará chillando como una rat
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sus huellas, el de varas para limpi
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MEXAN POR NOS...Los que volvían de
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convertía en un jícara colmada de
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Cielo se nos viene encima! Y tú, Y
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Coruña, plaza fuerte y puerto de m
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frío. Pienso que Dios creó primer
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Excitado por la expectativa del pin
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Tampoco veo yo corderos; ellos son
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tantas tardes de lluvia. Maldita la
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como nos conformamos en este reinob
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de tu sargento.—¿Y quién dirá
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Bien pueden creer que el abaneo de
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apreté hasta sacarle los ojos de l
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devolvió el cegarra.—Pues vuestr
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acento salazonero de los marineros
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pistola con la que le disparó al c
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cuerpos... —soltó, por lo visto,
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merced toma de gorra nuestro tiempo
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—le soltó el padre Verboso— Cu
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que ellos son ventilla o casa de po
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siempre. No me dejó darle la bendi
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meu nome ha de ser Morcego, e nunca
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NOTA HISTÓRICAA finales del siglo
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en dicho istmo, cuya anchura no lle
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que bautizó el sadismo. Entre otro
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rojos. Así llama el Estopiñán vi
show all

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