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Edición Digital - Fundación Luis Chiozza

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104 LUIS CHIOZZA<br />

elefante pertenece al reino animal, pero, cuando se trata de una bacteria,<br />

¿resulta pertinente afi rmar que no podemos descubrir a qué reino pertenece?<br />

Parece mucho más sensato convenir en que los conceptos animal y vegetal<br />

han sido creados a partir del elefante y la palmera, y sin tener en cuenta<br />

ese fragmento de realidad representado por la bacteria; son pues conceptos<br />

impertinentes a la bacteria. De la misma manera, una molécula de aquella<br />

nucleoproteína que contiene una determinada información genética, y que<br />

posee una constitución química similar a la de los virus, nos enfrenta con un<br />

dilema semejante y nos lleva a replantear el concepto de lo vivo.<br />

El ánima o alma, que fuera característica esencial de lo vivo, se ha ido<br />

transformando insensiblemente, sin solución de continuidad alguna, en un<br />

“frío” y “mecánico” código de información que, como un virus, puede “injertarse”<br />

y es capaz de “nacer”, “crecer”, “reproducirse” y “morir”, creando<br />

en todo momento su “propio e indeterminado” programa de trabajo, lo<br />

cual, por supuesto, tiene cada vez menos de frío y de mecánico.<br />

Las sustancias llamadas inanimadas, entre las cuales se encuentran los<br />

medicamentos, también deben poseer, en forma de una fantasía específi ca,<br />

la “interioridad” que atribuye Portmann a los seres vivos (<strong>Chiozza</strong>, 1970l<br />

[1968]). Esto se parece de una manera indeseada al animismo primitivo,<br />

que es un producto del pensamiento mágico; pero si tenemos en cuenta los<br />

nuevos desarrollos de la ciencia y sus consecuencias teóricas, esta semejanza<br />

con el pensamiento primitivo es sólo aparente.<br />

Hoy podemos replantearnos preguntas que la ciencia, a fuerza de contestarlas<br />

de una manera pragmática, mediante una evidencia intuitiva, llegó a<br />

abandonar como inoperantes. Pero las condiciones han cambiado, y eso permite<br />

sospechar que ya han dejado de ser inoperantes. Podemos preguntarnos: ese<br />

trozo de lo vivo que constituye el alimento, la hormona, el medicamento, ¿deja<br />

de estar vivo por ser sólo un trozo de lo vivo? Aquello que llamamos sustancias<br />

orgánicas –derivadas del carbono–, ¿es algo que supone lo no vivo? Y aun las<br />

sustancias inorgánicas, ¿suponen lo no vivo? ¿Dónde se deshace la “interioridad”?<br />

¿Dónde deja de estar? Y esos trozos que contienen por lo menos “algo”<br />

de “interioridad”, ¿pueden inyectarse o transferirse a otras interioridades? Tal<br />

vez haya llegado el momento de preguntarse: ¿qué es esta “interioridad” 25 ?<br />

25 Desde la época de la publicación original de este trabajo, 1969, Mind and nature,<br />

de Bateson (1979), y L’esprit cet inconnue, de Charon (1977), aportaron, años<br />

antes de que la existencia de los virus de computadora motivara refl exiones<br />

semejantes, nuevas construcciones teóricas que pueden enriquecer este tema.<br />

Bateson establece una lista de criterios que permiten, a su juicio, sostener que un<br />

agregado o sistema particular puede ser considerado como psíquico. Son los siguientes:<br />

1) La psiquis (mind) es un agregado o interacción de partes o componen-

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