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Edición Digital - Fundación Luis Chiozza

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OBRAS COMPLETAS TOMO III 129<br />

Hemos hablado de confi guración y fantasías como si fueran sinónimos;<br />

pero estas estructuras “materiales” ¿pueden ser involucradas en aquello<br />

que denominamos fantasías inconcientes? Cuando Arthur Clarke nos<br />

habla de reproducir la estructura física molecular de un ser humano, y que<br />

llama “biblioteca de la mente”, de manera que no tenga sentido preguntar<br />

cuál es el original y cuál el duplicado, y cuando afi rma que esto constituye<br />

una reencarnación, cae de su propio peso que, simultáneamente, atribuye a<br />

estas estructuras moleculares físicas el carácter de mentales. De la misma<br />

manera, cuando Norbert Wiener afi rma la posibilidad teórica de enviar a<br />

un ser humano, reducido a un código de información que contiene dentro<br />

de sí los elementos para recrearse a sí mismo, “del otro lado” de la línea<br />

telegráfi ca, cae de su propio peso que no se refi ere a dejar “de este lado de<br />

la línea” el “alma” del hombre transferido.<br />

Veamos sin embargo esta cuestión de la identidad entre confi guración<br />

y fantasía inconciente desde el ángulo constituido por el pensamiento<br />

psicoanalítico.<br />

Cuando Freud usa el nombre de “orales” o “anales”, por ejemplo,<br />

para referirse a determinadas fantasías, usa un lenguaje que presupone<br />

“algún género de identidad” entre la fantasía y el funcionamiento corporal<br />

específi co o correspondiente. Esto es casi explícito cuando afi rma: “Las<br />

diferencias que presentan las funciones psíquicas de los diversos instintos<br />

pueden atribuirse a la diversidad de las fuentes de estos últimos”, y también:<br />

“...muchas veces pueden ser deducidas éstas [se refi ere a las distintas<br />

fuentes orgánicas] del examen de los fi nes del instinto” (Freud, 1915c,<br />

págs. 1037-1038). Ya en 1895, sin embargo, había profundizado aun más<br />

en este tema al afi rmar que la histeria “quizá no tome como modelo los<br />

usos del lenguaje, sino que extraiga con él sus materiales de una misma<br />

fuente” (Freud y Breuer, 1895d, pág. 103).<br />

Si tenemos en cuenta lo que, apoyándose en Freud, enfatiza Susan<br />

Isaacs (1948, pág. 574) cuando afi rma que la fantasía es el “corolario mental”<br />

del instinto, podemos aclarar un poco mejor el signifi cado de la expresión<br />

“algún género de identidad” que acabamos de utilizar. Es posible<br />

afi rmar entonces que las fantasías que corresponden a un nivel de fi jación,<br />

y su expresión a través del lenguaje, representan “la traducción mental” de<br />

un nivel corporal específi co. La cuestión sigue girando aquí alrededor del<br />

alcance que posee la palabra “mental”.<br />

Freud afi rmó la existencia “mental” de lo inconciente al sostener que lo<br />

psíquico no podía limitarse al fenómeno de la conciencia. Esta fue, sin lugar<br />

a dudas, su contribución más importante. Melanie Klein subrayó el carácter<br />

“mental” en las “relaciones de objeto” que establece el niño pequeño desde

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