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Edición Digital - Fundación Luis Chiozza

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OBRAS COMPLETAS TOMO III 203<br />

tamos la denominación de orales puesto que no deseamos hacer un uso<br />

abusivo del concepto de oralidad.<br />

Paul de Saint-Victor expresa: “Surgió él [Prometeo], agitando la rama<br />

encendida, en medio de esta raza oscura, y la luz elevóse sobre ella, como<br />

la aurora sobre la noche. Y despertó la inteligencia en los cerebros embotados<br />

de los hombres, y les iluminó los ojos y les ensanchó el espíritu. Su<br />

soplo de liberación los reanima, manifi éstase el regio instinto que en ellos<br />

se hallaba latente” (Saint-Victor, 1880-1884, pág. 38).<br />

En el párrafo mencionado vemos cómo el fuego, la rama encendida,<br />

engendra la luz; cómo la luz, que ilumina los ojos, crea lo visual. Lo visual,<br />

equivalente a la idea (eidon: “yo vi”), despierta la inteligencia en el cerebro<br />

y reanima a la criatura de barro, brindándole el ejercicio de lo psíquico, la<br />

chispa de la vida, símbolo del ello, y es equiparado en este párrafo al “regio<br />

instinto latente”, o sea inconciente.<br />

En el fragmento de Saint-Victor, la materia (madre), como pasta formada<br />

por la tierra y el agua, se conforma y reanima ante los impulsos vivifi<br />

cantes y fecundantes de la idea (la luz, el fuego, que es símbolo de los<br />

progenitores contenidos en el ello, que confi guran en su esencia lo divino<br />

y una de las polaridades de lo sagrado).<br />

Goethe pone en boca de su Prometeo las siguientes palabras: “Acostumbrad<br />

suavemente los ojos de los nacidos de la tierra, a fi n de que la saeta de<br />

Helios no ciegue a mi raza, destinada a ver lo iluminado, no la luz” (Goethe,<br />

1807, pág. 827). Nos expresa así un efecto desorganizador de la idea, que se<br />

manifi esta como la luz que quema y destruye el aparato perceptor de estímulos.<br />

En el extremo de este efecto desorganizador, que confi gura una sobrecarga<br />

abrumadora de estímulos, encontramos aquella polaridad de lo sagrado<br />

que constituye lo demoníaco, representada por Lucifer (etimológicamente<br />

el portador de la luz) y por el fuego del infi erno, y desarrollada por Goethe<br />

(1808-1832) en Fausto y por Thomas Mann (1947) en Doktor Faustus, en<br />

los cuales podemos ver otra versión del drama prometeico.<br />

En La vuelta de Pandora aparecen casi unidos los aspectos demoníaco<br />

y divino de la idea como forma o confi guración de la energía a través<br />

de las siguientes palabras que dirige a Prometeo su hijo Fileros: “¿Dime,<br />

padre, quién dotó a la forma del único, terrible, decisivo poder? ¿Quién en<br />

silencio la condujo por el arcano camino Olimpo abajo? ¿Quién la sacó del<br />

Hades [infi erno]?” (Goethe, 1807, pág. 819).<br />

Freud expresa: “Conforme al sentido literal de la palabra, todo aquello<br />

que es sagrado o superior al nivel vulgar... [es] a la vez peligroso, impuro<br />

o inquietante” (Freud, 1912-1913, pág. 523). El tabú se origina, en opinión<br />

de Freud, por el terror al poder demoníaco contenido en la doble condi-

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