Edición Digital - Fundación Luis Chiozza
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84 LUIS CHIOZZA<br />
Antecedentes acerca del origen y signifi cado<br />
de las lágrimas<br />
Con respecto al origen de las lágrimas escribe Descartes, citado por<br />
Stern: “...para entender bien su origen, hay que observar que, aun cuando<br />
cantidad de vapores sale continuamente de todas las partes de nuestro<br />
cuerpo, de ninguna sale en tanta cantidad como de los ojos, a causa de lo<br />
grandes que son los nervios ópticos, y de la multitud de pequeñas arterias<br />
por donde esos vapores vienen; así como el sudor está compuesto por los<br />
vapores que, surgiendo de las restantes partes, se convierten en agua, así<br />
las lágrimas nacen de los vapores que salen de los ojos... el amor, al enviar<br />
mucha sangre al corazón, hace que brote mucho vapor por los ojos, y que<br />
la frialdad de la tristeza, al retardar la agitación de esos vapores, hace que<br />
se conviertan en lágrimas” (citado por Stern, 1950, pág. 105).<br />
Según Kant el llanto debe ser considerado como un “lenitivo, y en<br />
cierto modo, una precaución de la naturaleza para la salud. Una viuda,<br />
que no quiere dejarse consolar, es decir, no quiere que se interrumpan sus<br />
efusiones de lágrimas, actúa a pesar de ella y sin saberlo en benefi cio de su<br />
salud” (citado por Stern, 1950, pág. 108).<br />
También en Stern (1950, págs. 119-120) encontramos esta cita de Darwin<br />
de su libro Expression of the emotions in man and animal:<br />
El llanto es probablemente resultado de una cadena de acontecimientos<br />
como la que sigue: cuando requieren alimento o sufren,<br />
los niños gritan con fuerza, como los cachorros de muchos otros<br />
animales, en parte para llamar a sus padres en su ayuda, en parte<br />
porque toda gran actividad sirve de alivio. Los gritos prolongados<br />
conducen inevitablemente a la congestión de los vasos sanguíneos<br />
del ojo; y esto habrá llevado, concientemente al principio y luego<br />
por hábito, a la contracción de los músculos que rodean los ojos,<br />
a efectos de preservarlos. Al mismo tiempo la presión espasmódica<br />
sobre la superfi cie del ojo, y la distensión de los vasos en su<br />
interior, afectarán por acción refl eja las glándulas lagrimales, sin<br />
implicar necesariamente ninguna sensación conciente. Por fi n, y<br />
conforme a los tres principios: la fuerza nerviosa pronta a descargarse<br />
por canales ya habituales, la asociación, tan extendida en<br />
su poder, y ciertas acciones más controladas por la voluntad que<br />
otras, ocurre que el sufrimiento ocasiona rápidamente la secre-<br />
la perla que descansa profundamente en su ostra, en la concha de madreperla de<br />
la mujer, y todo llanto está pleno de simbólico placer sexual” (Groddeck, 1923,<br />
pág. 236).