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Edición Digital - Fundación Luis Chiozza

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OBRAS COMPLETAS TOMO III 299<br />

3. Surge con claridad de lo anterior, dado que la transferencia participa<br />

en la producción del síntoma, que la transferencia también se manifi esta en<br />

los síntomas y no sólo a través del lenguaje.<br />

4. Afi rmando esto mismo desde otro ángulo, diremos que si bien todo<br />

lenguaje verbal, en cuanto constituye una carga de representaciones preconcientes<br />

a partir de representaciones inconcientes, es transferencia, no toda<br />

transferencia se realiza o manifi esta como lenguaje verbal. Es claro que podría<br />

afi rmarse que esta transferencia fue en su origen realizada sobre una representación<br />

cuyo epifenómeno se hallaba constituido por la palabra “Freud”,<br />

pero veamos a qué nos conduce una nueva contemplación del panorama.<br />

En todo el desarrollo teórico freudiano se halla implícita o explícita la<br />

existencia de dos realidades: una sensorialmente percibida, a la cual pertenecen<br />

las nociones de acto, descarga, materia y cosa, y la otra, vivenciada,<br />

a la cual pertenecen las nociones del recuerdo, afecto, idea y signifi cado<br />

(<strong>Chiozza</strong>, 1976j). Existe por lo tanto una presencia-en-ausencia de la cualidad<br />

sensorial. La presencia en el recuerdo, la de la imagen, la representación,<br />

el símbolo o la palabra que, como es el caso de “pan”, por ejemplo,<br />

evoca, alude, conjura o determina la presencia sensorial de la cosa comestible,<br />

mientras que permanece ella, en sí misma, incomestible.<br />

La capacidad que posee el psicoanálisis (y no sólo el psicoanálisis<br />

sino también el espíritu humano en su conjunto) para cambiar la realidad<br />

material, no depende solamente de la posibilidad de materializar las ideas<br />

sino también de la posibilidad de “idealizar” a la materia.<br />

El mundo de las ideas, que es el mundo del valor, de la importancia<br />

y del signifi cado, es también el mundo de la historia y de la palabra.<br />

(Siempre que aclaremos que no entendemos por historia una multitud<br />

de sucesos ordenados en una secuencia que depende del “tiempo físico<br />

objetivo” –<strong>Chiozza</strong>, 1976j–.)<br />

Durante el proceso del tratamiento psicoanalítico, el hecho se transforma<br />

en dicho y así se hace posible que una nueva manera de decir se constituya<br />

en un cambio de los hechos. Cabe subrayar ahora que toda la teoría<br />

se apoya sin lugar a dudas en la posibilidad de distinguir entre el decir y<br />

el hacer. Tal como lo señala la sabiduría popular, cuando afi rma que “del<br />

dicho al hecho hay mucho trecho”.<br />

Pero ese trecho tan fundamental entre la cosa material concreta y la<br />

palabra, como para que sobre él se edifi quen la cultura y el mundo de lo<br />

humano, no es un espacio vacío. Es evidente de que todo decir es un hacer<br />

y todo hacer inevitablemente compromete un signifi cado y por lo tanto se<br />

constituye en un decir. Junto al intrincado retículo que así se constituye,

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