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Edición Digital - Fundación Luis Chiozza

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El encuadre teórico<br />

Este buitre voraz de ceño torvo<br />

que me devora las entrañas fi ero<br />

y es mi único constante compañero<br />

labra mis penas con su pico corvo.<br />

El día en que le toque el postrer sorbo<br />

apurar de mi negra sangre, quiero<br />

que me dejéis con él solo y señero<br />

un momento, sin nadie como estorbo.<br />

Pues quiero, triunfo haciendo mi agonía,<br />

mientras él mi último despojo traga,<br />

sorprender en sus ojos la sombría<br />

mirada al ver la suerte que le amaga<br />

sin esta presa en que satisfacía<br />

el hambre atroz que nunca se le apaga.<br />

MIGUEL DE UNAMUNO 37<br />

Cuando usamos la expresión “fantasías 38 orales”, nos referimos a un conjunto<br />

de fenómenos, detectables mediante nuestro instrumento psicoanalítico,<br />

cuyas características particulares correlacionamos específi camente, desde el<br />

punto de vista teórico, con aquello que denominamos la zona erógena oral.<br />

En un sentido análogo usaremos la expresión “fantasías hepáticas”. Debemos<br />

pues comenzar por justifi car teóricamente la posibilidad de establecer<br />

la existencia de una zona erógena hepática, y luego referirnos a cuáles son<br />

esos fenómenos particulares que podemos conocer mediante el psicoanálisis<br />

y pretendemos correlacionar específi camente con dicha zona erógena.<br />

Freud introduce el concepto de zona erógena en 1905, en sus Tres<br />

ensayos para una teoría sexual, donde afi rma que pueden funcionar<br />

como zonas erógenas “en realidad todos y cada uno de los órganos”<br />

(Freud, 1905d, pág. 818). Si tenemos en cuenta que más adelante, en<br />

“El problema económico del masoquismo”, refi riéndose a las fuentes de<br />

la sexualidad, insiste en que “todo proceso algo importante aporta algún<br />

componente a la excitación del instinto sexual” (Freud, 1924c, pág.<br />

37 Citado por Carlos Bousoño (1950), en La poesía de Vicente Alexandre.<br />

38 Usamos la palabra “fantasías” en un sentido amplio que incluye las dos<br />

acepciones que Freud asigna al término Phantasien, agrupando bajo este nombre<br />

tanto aquellos fenómenos que encuentran su paradigma en el sueño diurno, como<br />

aquellos otros, ligados al deseo inconciente, que constituyen el punto de partida<br />

del sueño (Isaacs, 1948; Laplanche y Pontalis, 1967).

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