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Edición Digital - Fundación Luis Chiozza

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OBRAS COMPLETAS TOMO III 275<br />

norma, descubre una historia en la materia. Su interpretación de la realidad<br />

clínica tangible es siempre histórica. Su historia clínica es la interpretación<br />

de un proceso, una mecánica y una evolución que transcurren en el tiempo.<br />

En cuanto el médico es un ser humano, posee la capacidad de relatar una<br />

historia, desarrollada en el tiempo, acerca de los hechos que él selecciona.<br />

El relato del paciente también es procesado, durante la confección de<br />

la historia clínica, en búsqueda de los hechos seleccionados mediante un<br />

determinado criterio.<br />

En cuanto a la tarea del psicoanalista volvamos sobre lo que escribimos<br />

hace ya varios años en “Una contribución al estudio del horror al<br />

incesto” (<strong>Chiozza</strong>, 1967a [1966]):<br />

Desde mucho antes que el psicoanalista conozca a su paciente, el<br />

pasado se hace “carne” en el enfermo formándolo como persona.<br />

Mientras una pequeña parte quedó “disponible” como recuerdo,<br />

otra parte confi guró su carácter y su enfermedad. Luego, durante el<br />

tratamiento psicoanalítico, una parte de ese pasado (repetido mediante<br />

la transferencia inconciente en la conducta y en la enfermedad) se<br />

transformó “momentáneamente” en recuerdo, en historia personal<br />

o familiar. Pero no permaneció ahí. Disponible como recuerdo,<br />

sólo permaneció “el esqueleto” de los acontecimientos pasados.<br />

La vivencia que constituía “la carne” de tales recuerdos ha pasado<br />

nuevamente a formar parte de la conducta, el carácter y el cuerpo del<br />

paciente, modifi cados por ese proceso.<br />

Hay en la mente del psicoanalista y en la del paciente, aunque no<br />

siempre presente en la conciencia, un estado actual de aquello que<br />

constituye “la vida” de esa historia, pero se trata de un estado actual<br />

en continua evolución. Las imagos yoicas y objetales del paciente,<br />

lo mismo que los antecedentes personales y familiares que el<br />

psicoanalista podría relatar, son “distintos”, hoy, de los que ambos<br />

tuvieron cuando comenzó ese tratamiento. Seguramente serán<br />

distintos también los que tendrán cuando el proceso ininterrumpido<br />

del análisis vaya transformando el sentido de los “datos objetivos”,<br />

completando las “series psíquicas” con eslabones inconcientes que<br />

transforman su signifi cado.<br />

En cuanto al campo de trabajo terapéutico psicoanalítico, el “hecho”<br />

histórico importa (más que como una realidad “externa”, pasada, a<br />

la cual no se tiene un acceso directo) como una realidad “psicológica”<br />

del paciente o como una representación mental del psicoanalista<br />

(ambas en continua evolución) que permiten inferencias genéticas y<br />

construcciones a partir de la transferencia.<br />

Los hechos que se presentan en una historia personal o familiar<br />

seguramente ocurrieron; pero, puesto que no tenemos acceso directo

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