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Edición Digital - Fundación Luis Chiozza

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86 LUIS CHIOZZA<br />

Cuando las emociones dolorosas del adulto son particularmente<br />

intensas, y se traducen en manifestaciones motoras variadas y<br />

dramáticas mediante palabras o gestos, apenas se traducen en lágrimas;<br />

los melancólicos de asilos no lloran cuando se agitan mucho; la<br />

desesperación no llora. Ocurre en esto como si la excitación motora<br />

inhibiera la reacción secretoria.<br />

Por lo demás, no es el caso más frecuente. Bajo la infl uencia de la<br />

colectividad, que reputa a las manifestaciones del sufrimiento como<br />

un signo de debilidad y de cobardía, sobre todo cuando el sufrimiento<br />

es mediano, los adolescentes y los adultos se adiestran lo mejor que<br />

pueden para refrenar sus manifestaciones, y en la mayoría de los<br />

casos adquieren muy de prisa el hábito de dominar completamente<br />

sus reacciones motoras, pero es mucho más fácil refrenar la<br />

expresión muscular de los llantos y de los sollozos que refrenar las<br />

lágrimas mismas; por eso, cuando los progresos de la educación<br />

han suprimido los llantos y los sollozos, las lágrimas de emoción<br />

pueden aún humedecer los ojos o caer de los párpados inmóviles.<br />

En este caso, cuando se produce una emoción penosa, por poco<br />

marcada que sea, se deriva sobre las glándulas lagrimales; y como la<br />

secreción lagrimal presenta gran variedad de grados, como va, por<br />

transiciones múltiples, desde los ojos ligeramente empañados a los<br />

ojos húmedos, a los ojos mojados, a los ojos anegados, a los ojos<br />

que lloran, en los adultos que pueden llorar constituye una reacción<br />

emocional muy matizada.<br />

Para la cólera, las cosas ocurren de otro modo..., el adolescente o el<br />

adulto no se adiestran para refrenarlas. Al contrario, ceden a ellas,<br />

a menudo con cierta embriaguez, y gastan su excitación en gestos,<br />

en palabras, en actos de destrucción y de violencia. Pero de este<br />

predominio de las reacciones musculares resulta que la reacción<br />

secretoria inhibida no se produce. Solamente en las cóleras que<br />

no pueden traducirse en reacciones motoras y en actos se vierten<br />

lágrimas de rabia o impotencia.<br />

Por los mismos principios pueden explicarse las lágrimas de los<br />

accesos de risa. Hay también aquí dos expresiones asociadas que<br />

traducen, una y otra, en forma refl eja, la excitación de los centros<br />

optoestriados; pero, en general, la reacción secretoria sólo surge<br />

al fi nal del acceso, y parece desempeñar entonces un papel de<br />

resolución; únicamente en los accesos de risa en que se quiere<br />

refrenar la expresión motora pueden verse correr las lágrimas desde<br />

el comienzo del acceso.<br />

Se entrevé, pues, una ley que es al mismo tiempo una ley de<br />

derivación y una ley de antagonismo, y que permitiría atribuir a<br />

las lágrimas un papel de resolución y derivación cuando se trata de<br />

ciertas excitaciones, al mismo tiempo que de antagonismo relativo<br />

cuando se trata de reacciones musculares. Y de hecho, cuantas veces

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