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Edición Digital - Fundación Luis Chiozza

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172 LUIS CHIOZZA<br />

obtener la descarga del deseo a través de una identidad secundaria adecuada<br />

a los fi nes de satisfacer la necesidad.<br />

En este proceso no sólo trabaja con los datos de la percepción sensorial<br />

actual, con las huellas mnémicas preconcientes de percepciones anteriores<br />

organizadas y evocadas por la palabra o la imagen visual, y con los derivados<br />

de aquellas representaciones, sean primitivas o reprimidas, que confi guran<br />

las fantasías que pertenecen al sistema inconciente, sino también, y en primerísimo<br />

lugar, con las sensaciones de la serie displacer-placer que constituyen,<br />

una vez califi cadas por las conciencias, los afectos propiamente dichos.<br />

Estos afectos propiamente dichos, que solemos denominar sentimientos, integran,<br />

junto con las ideas, las representaciones preconcientes.<br />

El logro de la identidad secundaria a través del pensamiento implica la<br />

capacidad de tolerar la postergación de la descarga coartando mediante la<br />

defensa primaria, que nace de la experiencia dolorosa, el desarrollo de la<br />

plena cantidad que corresponde al modo primario del funcionamiento.<br />

También es cierto que este proceso implica muchas veces el vencimiento<br />

del dolor que motivó otra “zona” de la defensa, aquella que separa<br />

el curso de un pensamiento particular de las representaciones que pueden<br />

brindarle un camino hacia la identidad secundaria buscada, camino que en<br />

el pasado quedó cerrado por una experiencia dolorosa perteneciente a un<br />

contexto actualmente inexistente.<br />

La excitación que provoca los llamados afectos inconcientes proviene<br />

de los impulsos inconcientes que confi guran el deseo. La carga que constituye<br />

el deseo, una vez sobrepasado cierto umbral, engendra displacer. La<br />

descarga del deseo es placentera, pero en el caso de la descarga alucinatoria<br />

esta experiencia placentera queda unida a una experiencia dolorosa,<br />

ya que la necesidad se satisface a expensas del propio organismo. Freud<br />

sostuvo que la esencia de la represión consiste en que el placer para un<br />

sistema implica displacer para el otro.<br />

También afi rmó Freud que los afectos son procesos de descarga y que<br />

son ataques histéricos universales, “específi cos” y congénitos. Corresponden<br />

en cierto modo a la descarga “somática” de montantes de excitación<br />

retenidos que no han sido derivados por reacción.<br />

Cuando la descarga se realiza según el modo primario del funcionamiento<br />

psíquico, mediante la utilización de la plena cantidad y en ausencia<br />

del objeto que satisface la necesidad, estamos en presencia de un<br />

afecto primario.<br />

El núcleo de “pre-juicios” que constituyen el yo se estructura bajo<br />

la forma de lazos asociativos entre experiencias placenteras y experiencias<br />

dolorosas; estas últimas inhiben el desarrollo de la plena cantidad

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