Edición Digital - Fundación Luis Chiozza
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OBRAS COMPLETAS TOMO III 223<br />
En otro párrafo de la misma época Freud (1950a [1895]*) nos aclara<br />
cuál es su concepto acerca de la relación que la expresión de las emociones<br />
mantiene, desde el punto de vista genético, con el instrumento de comunicación<br />
que denominamos lenguaje. Afi rma que el organismo humano,<br />
incapaz en un principio de llevar a cabo la acción específi ca destinada a<br />
satisfacer la necesidad, recurre a la asistencia ajena llamando la atención<br />
de una persona experimentada, sobre el estado en que se encuentra el niño,<br />
mediante la conducción de la descarga por la vía de la alteración interna.<br />
Esta vía de descarga, el afecto, adquiere, así, la importantísima función<br />
secundaria de la comprensión (Freud, 1950a [1895]*, págs. 362-363).<br />
La relación existente entre afecto y lenguaje ofrece en su fundamento<br />
teórico las posibilidades de realizar la interpretación psicoanalítica y obtener<br />
los efectos que ella intenta obtener.<br />
Freud (1900a [1899]) nos enseñó que una representación que forma<br />
parte de un sueño, de un mito, de una enfermedad, o de cualquier proceso<br />
de comunicación, no fue elegida al azar para recibir aquella transferencia<br />
del inconciente que descubrimos mediante la interpretación psicoanalítica.<br />
La elección está determinada por una conexión asociativa entre el inconciente<br />
y el derivado que constituye la representación elegida.<br />
La existencia de los llamados sueños típicos y de los símbolos universales<br />
permitió a Freud penetrar en los estudios de aquellas fantasías<br />
básicas cuyo ejemplo más importante lo podemos encontrar en lo que denominamos<br />
complejo de Edipo (Freud, 1900a [1899]). Abraham (1909)<br />
y posteriormente Rank en su apéndice a La interpretación de los sueños<br />
(Freud, 1900a [1899]), expresarán explícitamente que los mitos o leyendas<br />
son algo así como los sueños típicos de la humanidad y que, por lo tanto, se<br />
constituyen con símbolos de elevado grado de universalidad.<br />
Los símbolos universales son aquellas representaciones especialmente<br />
adecuadas para recibir la transferencia de determinadas fantasías inconcientes.<br />
Suponemos por lo tanto que poseen, con esas fantasías, un importante<br />
elemento común, que facilita tal desplazamiento. Así entendemos<br />
que sean repetidamente utilizadas y que, estructurándose a través de una<br />
interrelación cada vez más compleja, lleguen a constituir el instrumento de<br />
comunicación que llamamos lenguaje.<br />
Cuando utilizamos una palabra o una expresión particular del lenguaje,<br />
por más que esta expresión forme parte del acervo sancionado por los<br />
usos habituales, que determina la relación en la conciencia entre un signo<br />
y su signifi cado, ocurre que en la carga inconciente de este derivado participan<br />
los mismos motivos que una vez dieron origen a la expresión verbal<br />
considerada. La vigencia de tales motivos es que, precisamente, perpetúan