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Edición Digital - Fundación Luis Chiozza

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OBRAS COMPLETAS TOMO III 113<br />

si entendemos que esa ociosa ensoñación diurna, armónicamente integrada<br />

con los objetos materiales, constituye el producto de una adecuada satisfacción<br />

instintiva que disminuye el tono de alarma simpático-mimético,<br />

debemos pensar que el aburrimiento, que encubre el horror y la guerra con<br />

los objetos persecutorios, es la patología del ocio.<br />

Suponemos que el opio, en cierto modo parasimpático-mimético, resultaría<br />

ser entonces una elaboración tóxica, melancólica, de un duelo primario<br />

frente a los objetos ideales persecutorios que aturden y “pudren” al<br />

yo (<strong>Chiozza</strong>, 1970a). Así, mediante el opio, cuyo genio es contrario al ser<br />

de la adrenalina, de la lucha por la vida, del estrés, se intenta reinstalar el<br />

ocio perdido, ocio que podemos equiparar durante la vida diurna a la función<br />

del soñar durante la vida onírica, y que, perturbado, pasa por ser la<br />

madre de todos los vicios.<br />

En la descripción homeopática del genio medicamentoso que el opio<br />

posee (Duprat, 1948), se subrayan especialmente los síntomas de sopor, calentura,<br />

sudoración y la búsqueda de aire fresco, agua fría y zonas frías de la<br />

cama. Esto, unido a zoopsias y otras alucinaciones terrorífi cas, a un contenido<br />

convulsivo-epiléptico, a un síndrome de retención del contenido intestinal<br />

y a su uso en la amenaza de aborto, demuestra más coincidencias signifi cativas<br />

con el letargo, las fantasías hepáticas y sus contenidos prenatales.<br />

La búsqueda del opio podría representar también, desde este punto<br />

de vista, un intento de reinstalar las condiciones de la vida intrauterina<br />

y su letargo “normal”, idea que resultaría avalada por la depresión que<br />

provocan todos los alcaloides del opio sobre el centro respiratorio, cuyo<br />

funcionamiento es innecesario durante la vida embrionario-fetal, y por la<br />

acción bronco-constrictora, “asmática”, de la morfi na, que “remedaría” la<br />

atelectasia pulmonar fetal –cabe recordar aquí que el opio, según algunos<br />

(Granier-Goyeux, 1968) oriundo de la villa griega de Mekoné (ciudad de<br />

la adormidera), se llama también meconio, como se denomina al contenido<br />

intestinal del feto, por su aspecto parecido al opio–.<br />

La transformación de la “doble” interioridad que acontece cuando<br />

el opio “se casa” con el hombre, participaría pues de los caracteres del<br />

letargo y de un dormir “fetal” (<strong>Chiozza</strong>, 1970a, cap. IV, adpo. 3), en el<br />

cual ocurren los sueños. Su carácter de verdadera transformación queda<br />

puesto de manifi esto por el fenómeno de la tolerancia o acostumbramiento,<br />

que se da tanto en el hombre como en los animales –que ocurre, según<br />

los farmacólogos (Litter, 1966), dentro de las mismas células– y cuyas<br />

condiciones son desconocidas.<br />

Lo cierto es que si el hombre entra en contacto esporádico con el opio,<br />

esta transformación es superfi cial y fácilmente reversible; pero si el hombre

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