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Edición Digital - Fundación Luis Chiozza

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OBRAS COMPLETAS TOMO III 199<br />

categorías sensoriales como el color amarillo, que es uno de los tres colores<br />

primarios, haya adquirido su denominación a partir de una enfermedad hepática,<br />

invita a meditar acerca del carácter básico de tales fantasías.<br />

La envidia y los celos, como fue ya señalado por Weizsaecker (1946-<br />

1947), quedan muy frecuentemente asociados en el lenguaje con los colores<br />

amarillo y verde y con la ictericia. En inglés, por ejemplo, se utiliza<br />

una misma palabra, jaundice, que deriva del francés jaune (amarillo),<br />

para denominar a la ictericia y para referirse a un estado mental patológico<br />

caracterizado por celos, envidia, malicia y suspicacia (Hornby,<br />

Gatenby y Wakefi eld, 1960).<br />

Otro ejemplo podemos extraerlo de un caso clínico aportado por Freud,<br />

quien cita la situación de un hombre que “sufría extraordinariamente en<br />

sus ataques de celos” y que describía su estado “diciendo sentirse como<br />

Prometeo, encadenado y entregado a la voracidad de los buitres o arrojado<br />

en un nido de serpientes” (Freud, 1922b [1921], pág. 1018). Sabemos que<br />

aquello que los buitres devoraban a Prometeo era precisamente el hígado.<br />

La fundamental intervención de los matices que confi guran las fantasías<br />

hepáticas en la envidia y los celos podría demostrarse con múltiples<br />

ejemplos. Solamente agregaremos uno especialmente signifi cativo. En El<br />

estupendo cornudo, de Crommelynck, el personaje central, Bruno, presa<br />

de los celos dice: “El color es terroso, la bilis me ahoga”, y más adelante:<br />

“Todo recae sobre el hígado” (Crommelynck, 1920, pág. 47); luego, cuando<br />

ya no le caben dudas de la traición, manifi esta: “Todos los conductillos<br />

hepáticos están tapados... no me mires Gorgona” (Crommelynck, 1920,<br />

pág. 75). (Las Gorgonas, una de las cuales era la Medusa, poseían la cabeza<br />

enraizada de serpientes, como la envidia en su carácter de deidad<br />

alegórica –Pérez Rioja, 1962–.)<br />

Los componentes hepáticos de la envidia<br />

Veamos ahora de qué manera la consideración de las fantasías hepáticas<br />

puede enriquecer nuestra comprensión de la envidia. No podemos historizar<br />

en este lugar el desarrollo del concepto de envidia en la teoría psicoanalítica<br />

y su estrecha vinculación con los celos (<strong>Chiozza</strong>, 1970a, OC, t.<br />

I, n. 18 y n. 66, págs. 64-66 y 149-151). Solamente diremos que diversos<br />

autores, y especialmente Melanie Klein (1957a), han descripto a la envidia<br />

como una fantasía oral destructiva, fundamentalmente relacionada con la<br />

proyección y con la mirada. Esta última relación, señalada ya por Freud<br />

(1919h*), surge claramente del mismo estudio etimológico de la palabra

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