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Edición Digital - Fundación Luis Chiozza

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198 LUIS CHIOZZA<br />

y equivocada teoría acerca del origen hepático de tales afecciones. Pero<br />

una teoría equivocada ¿no es acaso un “mito”? Su contenido “mítico” forma<br />

parte de ese tipo de pensamiento que adquiere predominio en “estados<br />

de profunda modifi cación psíquica” y a partir de la cual Freud (1915e),<br />

en “Lo inconsciente”, desarrolló su idea del “lenguaje de los órganos”.<br />

En este caso, en su opinión, “la relación del contenido con un órgano del<br />

soma... llega a arrogarse la representación de dicho contenido en su totalidad”<br />

(Freud, 1915e, pág. 1065).<br />

No cabe duda de que esta “relación del contenido con un órgano del<br />

soma” va más allá del ámbito de la mera asociación entre las representaciones<br />

preconcientes, ya que constituye el tema que Freud continúa desarrollando<br />

a partir de la frase que mencionamos. Este desarrollo prosigue<br />

las ideas contenidas en el párrafo de 1895 que citamos anteriormente.<br />

Cuando utilizamos una palabra o una expresión particular del lenguaje,<br />

por más que esta expresión forme parte del acervo sancionado por los usos<br />

habituales que determinan la relación en la conciencia entre el signo y su<br />

signifi cado, ocurre que en la carga inconciente de ese derivado participan los<br />

mismos motivos que una vez dieron origen a la expresión verbal considerada.<br />

Precisamente la vigencia de tales motivos perpetúa determinados usos<br />

del lenguaje. Por tal razón pudo afi rmar Freud en el extenso párrafo citado<br />

que la histeria no crea por simbolización el síntoma somático, sino que se<br />

limita a dar nueva vida al “contenido” corporal inconciente específi co de la<br />

expresión verbal correspondiente, la cual resulta así sustituida por el síntoma<br />

que, de este modo, “cuando parece representar plásticamente una palabra,<br />

restablece regularmente sólo su antiguo sentido” (Freud, 1908b, pág. 960).<br />

De acuerdo con estas consideraciones, si en la designación de la melancolía<br />

se utiliza desde antiguo una palabra que señala una alteración<br />

hepática, es porque el contenido inconciente de la enfermedad “mental”<br />

se halla “en relación con ese órgano del soma”. Consideraciones semejantes,<br />

que expusimos en otro lugar (<strong>Chiozza</strong>, 1970a), son válidas para la<br />

palabra “hipocondría”.<br />

Prosiguiendo este mismo tipo de investigaciones se observa que, de la<br />

misma manera como lo ácido y lo agrio quedan vinculados a lo gástrico<br />

como fantasía mediante su relación con el órgano digestivo, lo venenoso y lo<br />

amargo quedan vinculados a lo hepático mediante su relación con la bilis.<br />

La palabra “amarillo” deriva, a través del diminutivo amarellus, del latín<br />

amarus, que signifi ca “amargo”. Se cree que amarellus fue “probablemente<br />

aplicado a la palidez de los que padecían de ictericia, por ser una enfermedad<br />

causada por un trastorno de la secreción de la bilis o humor amargo” (Corominas,<br />

1961). El hecho de que algo tan fundamental en el mundo de las

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