07.05.2013 Views

Edición Digital - Fundación Luis Chiozza

Edición Digital - Fundación Luis Chiozza

Edición Digital - Fundación Luis Chiozza

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

OBRAS COMPLETAS TOMO III 105<br />

Sostenemos que aquello que denominamos cuerpo, órganos, tejidos, células,<br />

o más simple y generalmente la existencia material del ser vivo, constituye,<br />

tes. 2) La interacción entre partes de la psiquis es desencadenada o “gatillada” por<br />

diferencias (la diferencia es un fenómeno no sustancial, no localizado en el espacio<br />

ni en el tiempo, que se relaciona con la negentropía y con la entropía más que con<br />

la energía). 3) El proceso psíquico requiere energía colateral. 4) El proceso psíquico<br />

requiere cadenas de determinación circulares o más complejas aún. 5) En los procesos<br />

psíquicos los efectos de la diferencia han de ser considerados como transformaciones<br />

(por ejemplo, versiones codifi cadas) de eventos que los preceden. (Las<br />

reglas de tales transformaciones deben ser comparativamente estables, más estables,<br />

por ejemplo, que su contenido, pero ellas mismas están sujetas a transformación.)<br />

6) La descripción y clasifi cación de estos procesos de transformación muestran una<br />

jerarquía de tipos lógicos inmanentes en el fenómeno. Insistamos aquí en que Bateson<br />

encuentra, siguiendo estos criterios, sistemas psíquicos transindividuales en<br />

los más variados interjuegos de la vida. Ya en Pasos hacia una ecología de la mente<br />

(Bateson, 1972) encontramos una lograda “metáfora” donde Adán, Eva, Dios y el<br />

Paraíso ejemplifi can o representan propiedades o características de un ecosistema.<br />

Charon sostiene que lo psíquico puede ser equiparado al universo de la antimateria y<br />

que los electrones, como “agujeros negros” similares a los de ciertas estrellas enanas<br />

en las cuales la gravedad es tan intensa que ni siquiera permite que la luz escape a su<br />

fuerza, son los puntos limítrofes entre ambos universos. En el universo “normal” opera<br />

el segundo principio de la termodinámica, según el cual la entropía, equiparable<br />

al desorden y la degradación de la información, es creciente, y la negentropía, por lo<br />

tanto, decreciente. En el antiuniverso, en cambio, el orden o negentropía es creciente,<br />

y la información, por consiguiente, no se degrada jamás. Este antiuniverso, en el cual<br />

el espacio es irreversible (pues nada de lo que recorre la dirección de “entrada” puede<br />

“volver” a salir) y el tiempo es reversible (puesto que, al contrario de lo que observamos<br />

en la vida cotidiana, un jarrón roto en mil fragmentos, es decir “desordenado”,<br />

tiende a reorganizarse espontáneamente a partir de ellos), es equivalente al universo<br />

de lo psíquico, en el cual la información tiende continuamente a enriquecerse.<br />

Tanto uno como otro autor se acercan así, desde distintos ángulos, a los conceptos<br />

que aquí sostenemos, simbolizados en la metáfora con la cual fi naliza este artículo.<br />

Citemos, además, las siguientes palabras de Raymond Ruyer: “En el hombre el<br />

cerebro es un área orgánica que permanece indefi nidamente en el estado de esbozo<br />

embrionario, de manera que pueda reproducir, sin comprometerse orgánicamente,<br />

órganos externos, útiles y máquinas, mientras que los otros esbozos embrionarios se<br />

diferencian en el lugar, irreversiblemente, en órganos internos. Que el esbozo cardíaco<br />

devenga corazón, o el esbozo nervioso, cerebro, no es un fenómeno diferente de aquel<br />

por el cual el cerebro adulto es, a su turno, una especie de esbozo para la realización, en<br />

técnica externa, de bombas industriales o de máquinas de calcular, según un estado ya<br />

dado de la cultura humana, del mismo modo que la embriogénesis de los órganos y de<br />

los aparatos orgánicos se opera según el estado alcanzado por la técnica interna, según<br />

la fase lograda por la ‘cultura’ orgánica” (Ruyer, 1974, págs. 160-161). {El contenido<br />

de esta nota corresponde al Apéndice B escrito para la edición de este artículo en<br />

1980, en Trama y fi gura del enfermar y del psicoanalizar (<strong>Chiozza</strong>, 1980a).}

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!