Edición Digital - Fundación Luis Chiozza
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OBRAS COMPLETAS TOMO III 205<br />
Otro ejemplo de una conexión inconciente conservada en los usos del<br />
lenguaje a través de los años, podemos encontrarlo en las palabras “hígado”<br />
y “ahigadado”, la primera de las cuales signifi ca (Real Academia<br />
Española, 1950) ánimo, valentía, y la segunda, además de signifi car “de<br />
color del hígado”, equivale a esforzado y valiente.<br />
Esta vinculación inconciente entre el proceso de materialización y las<br />
representaciones hepáticas puede comprenderse mejor si volvemos a lo<br />
que expresamos anteriormente, cuando afi rmamos que el hígado asume<br />
la representación total (de acuerdo con las leyes que rigen el lenguaje hipocondríaco)<br />
del proceso por el que se asimilan y transforman en carne<br />
propia las sustancias ajenas que llamamos alimentos. Mediante la intervención<br />
de este proceso se obtiene no sólo el crecimiento sino también la<br />
materialización corporal de las formas heredadas y contenidas en el ello.<br />
Acuden aquí a la memoria las palabras de Goethe citadas por Paula<br />
Heimann en relación con el proceso que ella denomina “asimilación de los<br />
objetos internos”: “Lo que de tus padres heredaste, tú debes adquirirlo, a<br />
fi n de poseerlo” (Heimann, 1939, pág. 567).<br />
En las distintas versiones del mito, o en sucesivos “momentos” de la<br />
leyenda de Prometeo, encontramos aspectos diferentes ordenados en una<br />
secuencia temporal que nos permite considerar “la evolución” del tormento<br />
hepático en un enfermo hipotético representado por el héroe. Tomaremos<br />
como base la secuencia narrada por Esquilo, enriqueciéndola con los<br />
aportes de otros autores.<br />
Según Hesíodo (Saint-Victor, 1880-1884, pág. 17), Prometeo engaña<br />
y roba a Zeus, y lo hace riendo. Este aspecto, que podemos denominar<br />
maníaco y que surge no sólo en la idea de robo, sino también a través de la<br />
identifi cación con los contenidos ideales o superyoicos, confi gura una primera<br />
época. En ella expresa con arrogancia: “¿Qué puede temer el que está<br />
exento de morir?” (Séchan, 1951, pág. 39), y también, refi riéndose a Zeus:<br />
“Una cosa no podrá sin embargo, y es quitarme la vida” (Esquilo, Prometeo<br />
encadenado, pág. 31). Esta omnipotencia del héroe aparece, además,<br />
en múltiples pasajes y en diversas obras, como el constante desafío que<br />
adquiere una connotación soberbia.<br />
El carácter profético de la fi gura prometeica, una de las singularidades<br />
más sobresalientes del mito, correspondería también, de acuerdo con las teorías<br />
de Rascovsky (1964), a la identifi cación, en este caso maníaca, con los<br />
contenidos visuales e ideales del inconciente. Prometeo, el previsor, el profeta,<br />
utiliza su conocimiento del destino de los dioses para sostener su desafío.<br />
Según las versiones de distintos autores, conocía el nombre de aquella con la<br />
cual Zeus, si se desposaba, tendría un hijo que habría de destronarlo.