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Edición Digital - Fundación Luis Chiozza

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OBRAS COMPLETAS TOMO III 235<br />

Esta relación muchas veces se halla conservada, como señalaba Freud, en<br />

los usos del lenguaje. Precisamente correlaciona tales histerias “vegetativas”<br />

con la expresión primitiva de las emociones (Freud, 1905e [1901], 1908b,<br />

1950a [1895]*). Durante el proceso de atemperación de los afectos (íntimamente<br />

vinculado con su función en el lenguaje), los productos del acontecer<br />

fi logenético son continuamente resignifi cados en el transcurso de la historia<br />

individual, recorriendo una secuencia que conduce desde la emoción a la palabra<br />

pasando por el campo intermediario del gesto (<strong>Chiozza</strong>, 1975a [1974]).<br />

La destrucción “patosomática” de la coherencia<br />

del afecto. Su re-signifi cación mediante<br />

la interpretación psicoanalítica<br />

Volviendo ahora sobre nuestra pregunta anterior, diremos que en la<br />

neurosis, para impedir el desarrollo de un afecto penoso, se destruye la<br />

ligadura coherente del afecto primitivo con la idea frente a la cual dicho<br />

afecto fue vivenciado al ocurrir el trauma. Lo que aquí se destruye es el<br />

signifi cado de una experiencia particular que pertenece a la historia personal<br />

del sujeto. Se trata de un suceso traumático ubicado en la infancia. En<br />

la psicosis, la destrucción alcanza al conocimiento de la realidad exterior<br />

mediante una alteración del juicio que denominamos “locura”.<br />

En la enfermedad somática (mejor sería decir en la parte patosomática<br />

de la personalidad) se destruye la coherencia del afecto. El afecto desaparece<br />

como tal para descomponerse en sus diferentes “inervaciones” constitutivas<br />

que, como otras tantas funciones, se derivan entre sí las magnitudes<br />

de la carga.<br />

La enfermedad que “clásicamente” reconocemos como histeria constituye<br />

un campo intermedio entre la neurosis y la enfermedad somática. Si<br />

bien en ella ocurre una descomposición “patosomática” de la coherencia<br />

del afecto, los remanentes o equivalentes afectivos resultantes derivan de<br />

un suceso que perteneció a la infancia individual y constituye, por lo tanto,<br />

una “mímica” expresiva que conserva sufi ciente proximidad con la conciencia<br />

como para poder recuperar su coherencia, a través del recuerdo,<br />

como parte de un acto originalmente justifi cado (Freud, 1909a [1908]).<br />

Si sostenemos, por comparación con la psicosis, que la enfermedad<br />

somática es la locura del afecto, la interpretación deberá restablecer la<br />

coherencia primitiva mediante la capacidad de reconocer los distintos<br />

componentes como partes de un conjunto signifi cativo que constituye una<br />

fantasía específi ca (<strong>Chiozza</strong>, 1975a [1974], 1975b) en los términos de un<br />

deseo o de la fi nalidad de una conducta.

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