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Edición Digital - Fundación Luis Chiozza

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OBRAS COMPLETAS TOMO III 45<br />

Otros autores, y especialmente M. Klein (1957a), han señalado a la envidia<br />

como una fantasía oral destructiva fundamentalmente conectada con la<br />

proyección y con la mirada; tal conexión surge claramente en el mismo estudio<br />

etimológico de la palabra “envidia” (Klein, 1957a). Abraham (citado por<br />

M. Klein, 1960) subrayó además la importancia de los componentes anales.<br />

Sin embargo, basándome en las precedentes consideraciones y en las que expuse<br />

en un trabajo anterior (<strong>Chiozza</strong>, 1963b), pienso que sin la fundamental<br />

intervención de las fantasías hepáticas, los mecanismos proyectivos visuales,<br />

anales o uretrales, relacionados con afectos e impulsos orales, no adquieren<br />

la cualidad específi ca que los transforma en envidia. Dicho en otras palabras:<br />

si los trastornos hepatobiliares se “arrogan la representación” en la mente (o<br />

en el cuerpo) de la alteración de los impulsos, mecanismos o afectos englobados<br />

en la envidia (o en los celos), es porque el contenido de la envidia (y<br />

de los celos) se halla en una relación primordial y estrecha con esos procesos<br />

psicocorpóreos que hemos llamado genéricamente fantasías hepáticas.<br />

El aspecto corporal de estos procesos puede ser estudiado como un lenguaje<br />

que traduce el funcionamiento anímico correspondiente, tal como ha<br />

hecho el psicoanálisis con las fantasías orales, anales y genitales. La bilis o<br />

hiel es un humor amargo que, excretado y segregado en el hígado, fl uye a<br />

través de las vías biliares y en parte se acumula y condensa en la vesícula. Debemos<br />

pensar entonces en un mecanismo psicocorpóreo de “expulsión” venenosa<br />

anterior a lo anal que puede ser usado como envidia o que ya es envidia,<br />

y que debe mantener relaciones muy precoces con las fantasías renales. Estas<br />

últimas fantasías estarán quizás más específi camente asociadas a la cualidad<br />

de veneno que las propias fantasías hepáticas. También debemos pensar en un<br />

mecanismo de retención, de estasis y de acumulación de veneno.<br />

Sabemos además que la bilis “prepara” los alimentos e interviene activamente<br />

en un tipo de digestión que podemos considerar todavía “externa”,<br />

ya que no se realiza en la intimidad de los tejidos, sino en la luz intestinal.<br />

De acuerdo con lo que acabamos de decir, el envidiar debería incluir<br />

un modo de funcionamiento mental, en principio normal, que consiste en<br />

desmenuzar o analizar un objeto “afuera”, o sea, antes de incorporarlo.<br />

Mantengo el nombre de envidia para este aspecto sano de aquello que se<br />

ha descripto como un impulso destructivo perjudicial, por dos motivos: 1)<br />

porque creo que se trata de un mismo mecanismo que es utilizado de una<br />

este proceso que puede también tanatizarse. Esto nos permitiría comprender que<br />

la misma palabra “celo”, utilizada para dominar un afecto destructivo, los celos<br />

(celotipia), posea en su primera acepción (Real Academia Española, 1950) el<br />

signifi cado de un “impulso íntimo que promueve a las buenas obras”.

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