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Edición Digital - Fundación Luis Chiozza

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OBRAS COMPLETAS TOMO III 289<br />

diferentes en el triángulo edípico, es una adquisición que depende de la posibilidad<br />

de construir una realidad interna, en el terreno de la idea, dentro de la<br />

cual se entretejen los datos de la percepción sensorial actual con el recuerdo,<br />

para estructurar la imagen de una persona como producto de un vínculo.<br />

En la medida en que esa capacidad es una adquisición compleja y tardía,<br />

resulta especialmente vulnerable a los ataques que, al servicio de las<br />

fantasías optativas, condicionan la regresión del pensamiento.<br />

En la teoría psicoanalítica encontramos los elementos que nos permiten<br />

comprender en alguna medida cómo se integra la capacidad que<br />

nos ocupa. Freud (1905d) establece que la ausencia del objeto capaz de<br />

satisfacer la necesidad engendra a un mismo tiempo el recuerdo y el deseo,<br />

cuando el impulso emanado de la necesidad insatisfecha inviste la huella<br />

mnémica inconciente de la anterior experiencia de satisfacción.<br />

El objeto materialmente ausente –es decir, el objeto que no excita los signos<br />

de cualidad de la conciencia que denotan su presencia sensorial– adquiere<br />

así una presencia “ideal” a través del recuerdo y el deseo. Si realizamos un<br />

hipotético ordenamiento cronológico, encontramos, en el proceso que acabamos<br />

de describir, el primer eslabón en la creación del mundo de la idea.<br />

El segundo paso es mucho más importante y mucho más complejo. A partir<br />

de la defensa primaria –que debe su origen a la huella mnémica de la experiencia<br />

alucinatoria dolorosa– se adquiere la capacidad de pensar frente a la ausencia<br />

material del objeto, utilizando el recurso de investir con pequeñas cantidades,<br />

tentativas, las ideas asociadas con los datos de la percepción sensorial actual,<br />

constituyendo otros tantos proyectos de acciones supuestamente efi caces, destinadas<br />

a la satisfacción de la necesidad mediante el previo reconocimiento de<br />

la identidad de los objetos materialmente presentes. Llegamos así a nuestro conocimiento<br />

conciente de dos tipos de presencias y dos mundos: el mundo de la<br />

materia y el mundo de la idea. El mundo de los objetos ideales, de este modo<br />

constituido, se enriquece debido a una nueva vicisitud de la defensa.<br />

Si pensamos en los términos de un desarrollo arcaico, a los cuales<br />

Freud solía recurrir, podemos imaginar un hipotético instante primitivo en<br />

el cual la identifi cación con el padre coincidiera con su incorporación material.<br />

Se trataría de una primitiva identidad o coincidencia entre ingestión<br />

e introyección. Es posible suponer entonces que la necesidad –surgida de la<br />

ambivalencia– de preservar al padre de esta modalidad del amor compatible<br />

con la destrucción del objeto (Freud, 1915c) conduzca a la disociación<br />

del mecanismo de la identifi cación introyectiva en un aspecto “ideal”, que<br />

se realiza con el padre, y un aspecto material que se realiza con el animal<br />

(alimento) que confi gura al principio un tótem, gracias también a que se<br />

presta para la realización del deseo primitivo (Freud, 1912-1913).

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