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Edición Digital - Fundación Luis Chiozza

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50 LUIS CHIOZZA<br />

la época de las fantasías hipocondríacas. Tal situación maníaca, que podemos<br />

comparar a la gratifi cación alucinatoria, podría quizás llamarse “narcisista” o<br />

masoquista según predomine Eros o Tánatos en la fusión instintiva.<br />

Pero en el momento presente, lo que ocurrió en ambos casos fue que<br />

la omnipotencia y la negación maníacas se expresaron predominantemente<br />

sin regresar hacia la identifi cación, en el mismo nivel del vínculo con<br />

el objeto idealizado, mediante la posesión omnipotente de ese objeto que<br />

contiene al propio yo ideal, y recurriendo a la negación de los celos y la<br />

envidia que son la expresión de un fracaso en ese tipo de posesión. Aquí,<br />

una relación de objeto predominantemente endopsíquica y de carácter omnipotente<br />

ha sustituido en parte al mecanismo más primitivo de la identifi -<br />

cación. Tanto en el caso A como en el B, los celos negados y disociados se<br />

expresaron a través de la fantasía y trastornos hepáticos.<br />

Debido a que la frustración negada llegó a ser económicamente insostenible,<br />

tal como ocurre con el lactante que alucina el pecho, se reeditaron<br />

en la transferencia, más o menos modifi cados, los mecanismos que en el<br />

pasado fueron utilizados para sobrevivir en tal situación de frustración.<br />

En ambos casos, y gracias a la negación omnipotente de la dependencia<br />

y de los sentimientos de amor hacia el objeto analista, se realizó,<br />

intentando derivar los impulsos autodestructivos, un ataque más o menos<br />

desconsiderado hacia ese objeto. Esto podría corresponder a una forma<br />

clínica psicopática de la manía.<br />

Podemos señalar algunas diferencias importantes entre los casos A y B en<br />

cuanto a la naturaleza de este ataque. La señora A nos muestra una descarga<br />

violenta, como si fuera el equivalente de un cólico vesicular o intestinal, impulsada<br />

por los celos y la envidia. En este ataque participan otros mecanismos<br />

además de la envidia, por ejemplo mecanismos anales (me manda “a la mierda”),<br />

y el sentimiento de culpa es utilizado aquí como una partícula que proyecta<br />

enérgicamente sobre mí. En cambio la señora B, también impulsada por<br />

los celos y la envidia, me ataca de una manera más insidiosa; si bien participan<br />

en este ataque mecanismos oral-digestivos que lo tornan mordaz y ácido, y<br />

tal vez fantasías renales que incrementan su contenido venenoso, el carácter<br />

general está dado en él por la cualidad amarga y venenosa que impregna la<br />

transferencia y contratransferencia, y que nos parece el distintivo más específi<br />

co de las fantasías hepáticas. Así, insidiosamente –“yo este veneno verteré<br />

en su odio” (Shakespeare, Otelo, pág. 96)–, actúa Yago sobre Otelo.

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