Edición Digital - Fundación Luis Chiozza
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274 LUIS CHIOZZA<br />
rentemente el tiempo físico, como magnitud exterior, constituye una realidad<br />
primaria que se confi gura alrededor de la percepción del movimiento.<br />
Sin embargo, el tiempo de la física es un tiempo histórico artifi cialmente<br />
objetivado. Cuando creemos que estamos comprobando su medida, sólo<br />
estamos midiendo un espacio que denominamos recorrido en virtud de<br />
nuestra capacidad para rememorar una posición anterior. Es cierto que el<br />
sol, como un objeto del mundo exterior, concurre todos los días puntualmente<br />
a la cita; pero de lo que aquí se trata es de que el establecimiento<br />
de esta puntualidad no se percibe sensorialmente de una manera directa<br />
como el espacio y los cuerpos, sino que es el producto de una operación<br />
del intelecto que (para establecer la simultaneidad que constituye la cita)<br />
interviene sobre la realidad exterior construyendo un sistema que permite<br />
constatar en un espacio el transcurso de un tiempo proyectado desde el<br />
interior. Todas las formas del reloj, aun la de aquellos llamados naturales,<br />
pertenecen a este sistema. Aunque el color rojo o la nota musical “do”<br />
constituyen el producto de una frecuencia regular que, como tal, se realiza<br />
en un tiempo físico “exterior”, también en este caso resulta evidente que no<br />
percibimos este tiempo de manera directa, como un transcurso, sino que lo<br />
objetivamos como resultado de una operación de nuestro intelecto.<br />
Los modos concretos del espacio y el tiempo, a través de los cuales<br />
la realidad se manifi esta de manera primaria, son dos: la materia que<br />
constituye la física y el recuerdo que constituye la historia. Las otras<br />
maneras se establecen a través de una transformación secundaria que, en<br />
estados de profunda regresión, se pierde totalmente, de modo que lo que<br />
penetra en la conciencia se experimenta como proveniente del exterior y<br />
la vivencia del transcurso del tiempo se independiza por completo de la<br />
marca objetiva del reloj.<br />
La realidad psíquica es una realidad primariamente histórica que ocupa<br />
de un modo segundo un espacio virtual, imaginario, introyectado, dentro del<br />
cual se presenta. El espacio de la historia es siempre un “escenario animado”<br />
en el cual el acontecimiento adquiere preeminencia con respecto al lugar. La<br />
realidad del cuerpo y el mundo es primariamente una realidad presente que<br />
cambia de modo secundario en un tiempo ausente. Sólo podemos presenciar<br />
este tiempo, que es transcurso, mediante el recuerdo de un pasado que hace<br />
presente la transformación y la proyecta sobre el mundo percibido. La proyección<br />
imaginaria de ese pasado, bajo la forma de un deseo o un temor, nos<br />
permite construir la representación de un futuro y las normas de una realidad<br />
que llamamos ideal porque pertenece al mundo de la idea.<br />
El médico que interroga y examina al paciente recoge una historia y<br />
constata un estado de la materia que examina. Comparando el estado con la