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Edición Digital - Fundación Luis Chiozza

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Suele oírse decir, aun dentro del ambiente médico, que el baci lo de Koch es<br />

la causa de la tuberculosis. Nos damos cuenta cada día con mayor claridad<br />

de la infl uencia negativa que una simplifi cación semejante ejerce sobre la<br />

actividad médica. Igualmente inadecuado sería afi rmar que la existencia de<br />

un confl icto específi co (la presencia de la imago de una madre mala que<br />

remuer de a un sujeto que se encuentra en una regresión oral-digesti va) es<br />

la causa que genera la úlcera gastroduodenal.<br />

Tanto el bacilo como el confl icto mencionado son condicio nes necesarias<br />

para que la enfermedad adquiera precisamente la confi guración de<br />

una tuberculosis o de una úlcera gastro duodenal, pero no son condiciones<br />

sufi cientes, porque se en cuentran presentes en muchos individuos que no<br />

enferman de la misma manera. No puede hablarse entonces aquí, en un<br />

senti do estricto, de la causa, unívoca, que produce la enfermedad. Sin embargo,<br />

cualquier terapéutica que logre modifi car esa con dición necesaria<br />

alterará, cuando menos, el curso o la manera de la enfermedad específi ca.<br />

El concepto de causalidad “unívoca”, “lineal”, ya no se mantiene. Suele<br />

hablarse hoy de una pluricausalidad en la etio logía y la patogenia de<br />

las enfermedades. Dentro de este con cepto, los modelos de interrelación<br />

entre las diferentes clases de causas se construyen según distintos criterios.<br />

Cuando dentro de estos modelos subsiste, bajo la forma de una jerarquía de<br />

cau sas, el pensamiento ingenuo de la causa “primera”, el problema no se<br />

resuelve mediante el recurso de la pluricausalidad. Para ejemplifi car esto<br />

podemos elegir cualquiera de las enfermedades que creemos reconocer e<br />

individualizar. En cuanto profundizamos en su estudio, se nos hace presente<br />

la verdad del aserto: la cien cia a la cual estamos habituados nos esclarece<br />

el “cómo”, nunca el “porqué”. Términos como “esencial” o “idiopático”

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