Edición Digital - Fundación Luis Chiozza
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60 LUIS CHIOZZA<br />
y otros, 1954), reúne las conferencias y conclusiones de dicho congreso.<br />
No podemos dar aquí ni siquiera una idea aproximada de su riquísimo<br />
contenido; solamente diremos que, partiendo desde diferentes sectores del<br />
conocimiento actual, tales como la astronomía, la física, la biología, la medicina,<br />
la sociología, el arte, la fi losofía y la antropología fi losófi ca, se llega<br />
a la conclusión de que en todo el desarrollo de la cultura humana, junto a<br />
los desarrollos menores de las distintas épocas, se han producido sólo dos<br />
grandes transformaciones, la segunda de las cuales ha nacido en nuestra<br />
época, en los comienzos de nuestro siglo, y se halla en plena evolución.<br />
Propios de la primera transformación, que se consolidó en el transcurso<br />
de varias generaciones, fueron el pasaje del pensamiento mágico al<br />
pensamiento lógico, de lo irracional (como llamamos hoy, abusivamente,<br />
a la magia, luego de esa primera transformación) a lo racional; el de la<br />
consideración bidimensional del mundo a la consideración tridimensional,<br />
que cristalizó en la categorización intelectual de un espacio y un tiempo.<br />
Esta primera transformación que brindó la tercera dimensión, la “profunda<br />
razón” de las cosas, culminó en el Renacimiento italiano cuando pudo lograrse<br />
representar en una estructura bidimensional, el plano, y mediante un<br />
descubrimiento llamado perspectiva, el mundo en profundidad, o sea esta<br />
tercera dimensión o “razón”.<br />
Hoy, mediante la segunda transformación que mencionamos, hemos<br />
llegado a descubrir matemáticamente una cuarta dimensión, necesaria y<br />
fructífera en la comprensión de los fenómenos físicos, pero esta cuarta dimensión<br />
está lejos todavía de adquirir una representación gráfi ca, y menos<br />
aún plenamente vivencial.<br />
Si es cierto lo poco que he podido comprender a este respecto, decir<br />
que el tiempo es la cuarta dimensión implica decir que el tiempo deja de ser<br />
tiempo en el sentido tradicional, según el cual abarca una trayectoria lineal<br />
y “recta” hacia el infi nito futuro, y pasa a convertirse en una “dimensión”.<br />
Y el espacio deja de ser espacio en ese mismo sentido tradicional, como<br />
ámbito de tres magnitudes relacionadas igualmente lineales y “rectas” que<br />
comprenden una serie continua desde cero hasta el extenso infi nito, y pasa<br />
a convertirse en un “momento variable”. Espacio y tiempo no son ya considerados<br />
categóricamente, como características del cosmos, inmutables<br />
en sí mismas, aisladas entre sí e independientes del hombre que intenta<br />
conocer el mundo. En el continuo cuatridimensional, espacio y tiempo son<br />
relativos entre sí, en un sistema “curvo” y “cerrado”, fi nito “también como<br />
tiempo” (Karlson, 1943; Barnett, 1948).<br />
Tampoco podemos nombrar todavía lo esencial de nuestra visión del<br />
mundo y sólo nos referimos a ella con palabras que intentan defi nir lo que