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Edición Digital - Fundación Luis Chiozza

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OBRAS COMPLETAS TOMO III 89<br />

alaridos, a manera de bienvenida”... En otras partes de Australia,<br />

parece que esta salutación mediante las lágrimas estaría más en relación<br />

con el ritual funerario. En esta forma, está muy generalmente<br />

extendido. Sería muy largo discutir sobre estos hechos. Pero permitidme<br />

formular mi hipótesis de conclusión: los ritos tienen como fi n<br />

demostrar a las dos partes que se saludan, el unísono de sus sentimientos,<br />

que los hace parientes o aliados. El carácter colectivo, y a<br />

la vez obligatorio, de los sentimientos y de su expresión fi siológica,<br />

está aquí bien marcado, sin que haya esfuerzo o fi cción, como en el<br />

caso de las plañideras neozelandesas o romanas.<br />

El niño llora para atraer la piedad, para demostrar cuán digno es<br />

de la simpatía que se le testimonia, para hacerse condoler y mimar,<br />

para enternecer al cruel que le riñe, para atraer la simpatía de los espectadores<br />

y provocar su intervención. Los adultos lloran más bien<br />

para testimoniar su simpatía que para reclamar la del otro; dejan<br />

que sus ojos se humedezcan para expresar la piedad, la admiración,<br />

para parecer sensible a ciertas impresiones delicadas, y para fi ngir<br />

que experimentan todas las emociones que traducen las lágrimas.<br />

“Se llora –ha dicho La Rochefoucauld– para ser compadecido; se<br />

llora para tener la reputación de ser tierno... se llora para evitar la<br />

vergüenza de no llorar”... Y esta función social de las lágrimas es<br />

tan importante que priva sobre sus funciones espontáneas. Sin duda,<br />

algunas veces se llora en la soledad y por simples recuerdos, pero<br />

lo más frecuente es por que uno se dirige mentalmente a alguien y<br />

se representa mezclado con una escena de la vida social. (Dumas,<br />

1933a, pág. 341)<br />

Con respecto a la función “social” de las lágrimas, recordemos que<br />

la pena, en su primitivo signifi cado, tal cual surge del estudio etimológico<br />

de la palabra, poseía el sentido de castigo y multa. La producción de<br />

lágrimas, al igual que la transpiración, consiste en una forma de relacionarse<br />

con el medio a través de una secreción externa líquida. Como todo<br />

lo que sale del cuerpo, adquiere el sentido de algo que se da u ofrece, así<br />

como el de algo que se pierde.<br />

El signifi cado de ofrenda o dádiva pasa a primer plano por el carácter<br />

valioso de este producto líquido que no engendra rechazo, que se distingue<br />

de otros productos corporales como el sudor, la orina o las heces.<br />

Sin embargo, el valor simbólico de esta ofrenda no iguala al de la sangre,<br />

alimento del feto en el vientre materno; en parte también quizás debido<br />

a que, junto a los aspectos “altruistas” de la secreción de lágrimas, hay<br />

otros autorreparatorios para el organismo, que confi guran lo que podríamos<br />

llamar los aspectos “térmico-cutáneos” de las fantasías lagrimales,

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