Edición Digital - Fundación Luis Chiozza
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244 LUIS CHIOZZA<br />
actual, y que constituye en sí misma una disposición a los celos, ha exteriorizado<br />
su efi cacia a través de una conducta, de un acto o de un síntoma<br />
somático. Es nuestra interpretación la que asevera, a partir de ese fenómeno,<br />
del contexto y de nuestro propio inconciente, que una conducta semejante<br />
en esa situación constituye una transformación de los celos. Para<br />
decirlo con mayor exactitud, constituye el efecto de una idea inconciente<br />
que hubiera podido en otras condiciones exteriorizarse como celos.<br />
Si repasamos atentamente cuanto llevamos dicho hasta aquí, comprobamos<br />
de pronto que hemos desembocado en una cuestión fundamental.<br />
Junto con la conducta, el acto o el síntoma somático manifi estos, con sus<br />
afectos e ideas concientes concomitantes, lo único que en lo inconciente<br />
suponemos actual es la idea inconciente que permanece incognoscible. El<br />
llamado contenido latente, los celos, no existe en realidad como tal en el<br />
paciente. Los celos constituyen la adjudicación de un nombre más o menos<br />
adecuado, otorgado por el observador o el intérprete, a un sentimiento<br />
potencial que suponemos hubiera podido llegar a desarrollarse en lugar del<br />
acto, pero que no ocurrió en el paciente sino tan sólo en el médico.<br />
Hace ya algunos años nos ocupamos, con los doctores Laborde, Obstfeld<br />
y Pantolini (<strong>Chiozza</strong> y colab., 1966e), de realizar un enfoque similar acerca<br />
del contenido latente, en un trabajo en donde estudiamos prolijamente,<br />
desde un punto de vista metapsicológico, el origen de la interpretación a<br />
partir de la atención fl otante, en el contexto del proceso transferencial-contratransferencial<br />
durante el tratamiento psicoanalítico.<br />
Hoy debemos volver a la misma cuestión desde otro ángulo que nos<br />
interesa subrayar. La teoría psicoanalítica de los afectos nos ofrece la ventaja<br />
de un aparato conceptual dentro del cual desaparece la tradicional alternativa<br />
entre psiquis y soma.<br />
De acuerdo con los desarrollos anteriores, el síntoma somático, “trazado”<br />
en la materia, no es el continente de un contenido latente coexistente,<br />
sino que puede ser comprendido por el observador capacitado como un<br />
desarrollo equivalente a un determinado afecto o idea conciente que hubiera<br />
podido llegar a constituirse en su lugar. Este afecto o idea no existe<br />
actualmente en la conciencia del paciente ni en ningún otro lugar excepto<br />
la conciencia del observador.<br />
Ya no se trata entonces de comprender cómo lo psíquico se transforma<br />
en somático o viceversa, sino que un determinado fenómeno somático<br />
adquiere un signifi cado. Es decir que se hace psicológicamente comprensible<br />
en la conciencia de un observador. Este observador que capta un signifi<br />
cado “psicológico” experimenta un estado de ánimo que también puede<br />
ser descripto u observado como somático.