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Edición Digital - Fundación Luis Chiozza

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218 LUIS CHIOZZA<br />

correlato corporal, no presuponemos que un fenómeno psíquico se convierta<br />

en corporal o viceversa, sino que la propia existencia del fenómeno<br />

somático está dotado de ese sentido y que la propia existencia del fenómeno<br />

psíquico posee un aspecto corporal.<br />

Por tal razón afi rmamos en otro lugar (<strong>Chiozza</strong>, 1974b) que la progresión<br />

de la bilis a través del colédoco es al mismo tiempo, y desde un<br />

diferente punto de vista, una fantasía inconciente específi ca, compuesta<br />

por un afecto, una idea, un mecanismo, una intención igualmente específi<br />

cos, para cuya denominación usamos, por ser más adecuada a su sentido,<br />

la palabra “envidia”. Inversamente la envidia como signifi cado, como<br />

sentimiento, como impulso y como actividad del yo, posee un aspecto o<br />

equivalente corporal, que entre todas las representaciones que constituyen<br />

el conocimiento del cuerpo en nuestra conciencia, parece corresponder,<br />

más precisamente, a aquellas que confi guran el conjunto que denominamos<br />

proceso biliar. Así, lo psíquico inconciente y lo somático inconciente<br />

constituyen dos modos conceptuales de concebir lo inconciente. No sólo<br />

no se excluyen sino que describen dos aspectos o dos apariencias diferentes,<br />

siempre posibles en teoría, de una misma realidad compleja.<br />

Desde este punto de vista, los conceptos de psicogénesis u organogénesis<br />

se tornan tan obsoletos como la afi rmación de que existen enfermedades<br />

realmente somáticas o psíquicas, dado que frente a un trastorno<br />

particular de un ser humano, el fenómeno somático se manifi esta cada vez<br />

que un modo particular de la atención registra en la conciencia del observador<br />

una alteración de la materia (o de la energía), en tanto que el fenómeno<br />

psíquico se manifi esta cada vez que el observador obtiene una repuesta en<br />

relación con el sentido o signifi cado de ese mismo fenómeno.<br />

La teoría psicoanalítica de los afectos<br />

Freud (1915e) nos aclara que en su teoría no existen afectos o emociones<br />

inconcientes en un sentido análogo al que utilizamos cuando hablamos<br />

de representaciones (ideas) inconcientes. Mientras que las ideas inconcientes<br />

son cargas psíquicas de huellas mnémicas, los afectos o emociones<br />

corresponden a procesos de descarga cuyas últimas manifestaciones son<br />

percibidas como sentimientos.<br />

Por tal motivo, la verdadera fi nalidad de la represión consiste en impedir<br />

el desarrollo del afecto (Freud, 1915e).<br />

Lo que llamamos emoción inconciente no es un producto “real”, como<br />

en el caso de la idea inconciente que recibe su catexis del impulso ins-

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