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Edición Digital - Fundación Luis Chiozza

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162 LUIS CHIOZZA<br />

como la disminución de la frecuencia del latido cardíaco que se produce<br />

como consecuencia del “conocimiento intrasistémico” del aumento de la<br />

presión en el seno carotídeo.<br />

Involucra también lo que ocurre entre los dos primeros blastómeros de<br />

un huevo de equinodermo, capaces de desarrollar cada uno de ellos medio<br />

embrión o un embrión completo según el otro blastómero se halle o no presente.<br />

También incluye la transformación de una semilla en un eucalipto a<br />

través de la interrelación con el mundo circundante.<br />

La comunicación de un mensaje involucra, pues, en su esencia elemental,<br />

la irradiación y la recepción de una infl uencia que emana ante la<br />

sola presencia de una confi guración dinámica que evoluciona en un campo<br />

y que, por obra de esta capacidad de irradiar un lenguaje, de efectuar y<br />

recibir una transferencia, de duplicar o transformar una idea que “viaja”<br />

de materia a materia, constituye una interioridad.<br />

Cabe pensar que así como luz y sonido corresponden a la percepción<br />

sensorial discontinua de una gama ondulatoria continua, la discontinuidad<br />

entre psique y soma es un fenómeno de la conciencia.<br />

Si las nociones de materia e historia, que forman parte de los modos<br />

de captación del cuerpo y de la mente, derivan de las nociones de espacio<br />

y de tiempo, que de acuerdo con Freud emanan del funcionamiento de<br />

nuestro sistema conciente-preconciente, cabe afi rmar que el inconciente<br />

confi gura un diferente ser de la existencia. Este ser es capaz de manifestarse<br />

a la conciencia como acontecimientos somáticos o psíquicos; pero<br />

las fantasías inconcientes no pueden categorizarse, en sí mismas, como un<br />

fenómeno psíquico, somático o psicosomático.<br />

Hacer conciente lo inconciente modifi ca paulatinamente el campo y los<br />

fenómenos de la conciencia, transformando la discontinuidad que se manifestaba<br />

en esa conciencia como percepción separada de psique y soma. Hacer<br />

conciente lo inconciente implica cada vez más la percepción de que idea,<br />

forma, movimiento y sustancia poseen una comunidad estructural que evoluciona<br />

y posee un sentido. Este sentido se determina como lenguaje en su<br />

capacidad de contener una información y de comunicar un mensaje, una idea<br />

que se abstrae del conjunto, que “viaja” y se transfi ere de materia a materia.<br />

Dijimos que por obra de su capacidad para irradiar un lenguaje, esta<br />

confi guración dinámica constituye una interioridad. Lo inconciente, sea sustancia,<br />

función o proceso, es, desde este punto de vista, una fantasía “dotada”<br />

de interioridad. Al mismo tiempo, cada una de estas fantasías inconcientes,<br />

en cuanto constituye un elemento del lenguaje, es siempre específi ca.<br />

Si estudiamos el proceso por el cual fueron conceptualizadas en psicoanálisis<br />

las fantasías orales, anales o genitales, vemos que la conciencia,

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