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Edición Digital - Fundación Luis Chiozza

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El pensamiento que nos conduce a considerar los síntomas y los diferentes<br />

estados morbosos como efectos que derivan de causas admite una alternativa<br />

que amplía el campo de la medicina y que consiste en estudiar el<br />

signifi cado inconciente de estos mismos fenómenos. Afi rmar esto dentro<br />

del terreno del psicoanálisis, y de la medicina psicosomática que de él deriva,<br />

es hoy casi un lugar común. Sin embargo, puede resultar útil, como<br />

introducción al concepto de signifi cado inconciente, el meditar algunos<br />

instantes acerca de los signifi cados del signifi cado.<br />

La palabra “signifi cado” es un participio pasivo del verbo cuyo infi nitivo<br />

es “signifi car”. Un signifi cado es, por de pronto, aquello realizado por<br />

un signifi cante en el acto de signifi car. Mediante el acto de signifi car coloco<br />

un signo en aquello que pasa así a quedar signifi cado. Desde el punto de<br />

vista etimológico, un signo es una seña, una señal, una marca, una bandera,<br />

una insignia. Una marca o señal es lo que permitirá distinguir nuevamente<br />

una cosa que ahora he separado de otra, diferenciarla e identifi carla entre<br />

otras que podrían parecer iguales. Así procedió Pulgarcito en el bosque,<br />

señalando con las migas de pan el camino de vuelta.<br />

De lo anterior se deduce que yo, el signifi cante, sujeto activo del verbo,<br />

señalo o signifi co un objeto, por ejemplo una cabeza de ganado, porque<br />

alguien, o yo mismo, no lo volvería a reconocer si no fuera por la marca<br />

que le hice. Si bien un signifi cado es, ante todo, un “elegido” por el signifi<br />

cante que le “coloca” el signo, es, obviamente, algo más.<br />

Ayer leía un libro que me interesaba y, en cada pasaje, resonaban<br />

dentro de mí multitud de pensamientos y afectos, precisamente aquellos<br />

que motivaban mi interés. Estos pensamientos y afectos, no siempre<br />

concientes, son a veces irrecuperables en una segunda lectura. No todos

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