Nº 28 15/12/2008 - enfoqueseducativos.es
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REVISTA DIGITAL ENFOQUES EDUCATIVOS <strong>Nº</strong> <strong>28</strong> <strong>15</strong>/<strong>12</strong>/<strong>2008</strong><br />
La lectura de <strong>es</strong>tas palabras fue lo que me incitó a plantear la actividad en mi<br />
aula, el hecho de que cada cual se convirti<strong>es</strong>e en el autor y <strong>es</strong>critor de su propio cuento,<br />
pudiendo surgir así tantos final<strong>es</strong> como participant<strong>es</strong> en la actividad. Cuando se l<strong>es</strong><br />
narra el cuento, no se l<strong>es</strong> lee ninguno de los final<strong>es</strong> del autor para no condicionar la<br />
creatividad de los niños/as; no obstante, una vez que todos/as han <strong>es</strong>crito sus final<strong>es</strong> y<br />
han sido corregidos y leídos en voz alta, se leen los final<strong>es</strong> propu<strong>es</strong>tos por el autor y se<br />
realiza una votación para ver cuál <strong>es</strong> el que más gusta, comprobando d<strong>es</strong>pués si la<br />
elección coincide con la que prefiere Rodari.<br />
Se comenzó el primer día con el cuento “Pinocho el astuto”. La experiencia tuvo<br />
buena acogida, suscitando un interés que ha ido aumentando con el tiempo. La última<br />
composición <strong>es</strong>taba basada en “El flautista y los automóvil<strong>es</strong>”, cuento que transcribo<br />
completo a continuación (final<strong>es</strong> y comentarios del autor incluidos) y del que paso a<br />
exponer algunos de los final<strong>es</strong> propu<strong>es</strong>tos por los alumnos y alumnas (previamente<br />
corregidos y, por supu<strong>es</strong>to, mejorados por ellos mismos):<br />
“EL FLAUTISTA Y LOS AUTOMÓVILES”.<br />
Había una vez un flautista mágico. Es una vieja historia, todos la conocen.<br />
Habla de una ciudad invadida por los raton<strong>es</strong> y de un jovenzuelo que, con su flauta<br />
encantada, llevó a todos los raton<strong>es</strong> a que se ahogaran en el río. Como el alcalde no<br />
quiso pagarle, volvió a hacer sonar la flauta y se llevó a todos los niños de la ciudad.<br />
Esta historia también trata de un flautista: a lo mejor <strong>es</strong> el mismo o a lo mejor<br />
no.<br />
Esta vez <strong>es</strong> una ciudad invadida por los automóvil<strong>es</strong>. Los había en las call<strong>es</strong>, en<br />
las aceras, en las plazas, dentro de los portal<strong>es</strong>. Los automóvil<strong>es</strong> <strong>es</strong>taban por todas<br />
part<strong>es</strong>: pequeños como cajitas, largos como buqu<strong>es</strong>, con remolque, con caravana.<br />
Había automóvil<strong>es</strong>, tranvías, camion<strong>es</strong>, furgonetas. Había tantos que l<strong>es</strong> costaba<br />
trabajo moverse, se golpeaban, <strong>es</strong>tropeándose el guardabarros, rompiéndose el<br />
parachoqu<strong>es</strong>, arrancándose los motor<strong>es</strong>. Y llegaron a ser tantos que no l<strong>es</strong> quedaba<br />
sitio para moverse y se quedaron quietos. Así que la gente tenía que ir andando. Pero<br />
no r<strong>es</strong>ultaba fácil, con los coch<strong>es</strong> que ocupaban todo el sitio disponible. Había que<br />
rodearlos, pasarlos por encima, pasarlos por debajo. Y d<strong>es</strong>de por la mañana hasta por<br />
la noche se oía:<br />
- ¡Ay! (Era un peatón que se había golpeado contra otro).<br />
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