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Piel negra, máscaras blancas - gesamtausgabe

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La primera preocupación de Mannoni había sido criticar los métodos hasta entonces<br />

empleados por los diferentes etnógrafos que se habían asomado a las poblaciones<br />

primitivas. Pero vemos el reproche que tenemos que dirigir a su obra.<br />

Tras haber encerrado al m algache en sus costum bres, tras haber h echo un análisis<br />

unilateral d e su visión d el mundo, tras haber descrito al m algache en un círculo cerrado,<br />

tras haber dicho que e l m algache m antiene relaciones d e dependencia con los ancestros,<br />

características altam ente tribales, e l autor, despreciando toda objetividad, aplica<br />

sus conclusiones a una com prensión bilateral, ignorando voluntariam ente que desde<br />

G alliéni e l m algache ya no existe.<br />

Lo que le pedíamos a Mannoni era que nos explicara la situación colonial. Singularmente,<br />

olvida hacerlo. Nada se pierde, nada se crea, estamos de acuerdo. Parodiando<br />

a Hegel, Georges Balandier, en un estudio18 que ha consagrado a Kar-<br />

diner y Linton, escribe a propósito de la dinámica de la personalidad: «El último<br />

de sus estados es el resultado de todos los estados antecedentes y debe contener<br />

todos los principios». Una boutade, pero que sigue siendo la regla de numerosos<br />

investigadores. Las reacciones, los comportamientos que han nacido de la llegada<br />

europea a Madagascar no han venido para sumarse a los preexistentes. No ha habido<br />

un aumento del bloque psíquico anterior. Si, por ejemplo, los marcianos se<br />

pusieran a colonizar a los terrícolas, no a iniciarlos en la cultura marciana sino literalmente<br />

a colonizarlos, dudaríamos de lo perenne de cualquier personalidad.<br />

Kardiner endereza muchos juicios al escribir: «Enseñar el cristianismo a las gentes<br />

de Alor es una empresa quijotesca [...] (Ello) no tiene ningún sentido, en tanto<br />

la personalidad queda construida con elementos que están en completa desarmonía<br />

con la doctrina cristiana: es sin duda alguna empezar por el extremo<br />

malo»19 y si los negros son impermeables a las enseñanzas de Cristo, no es, en absoluto,<br />

porque sean incapaces de asimilarlas. Comprender cualquier cosa nueva<br />

nos pide disponernos a ello, prepararnos, exige una nueva predisposición. Es utópico<br />

esperar del n egro o del árabe que realicen el esfuerzo de insertar valores extraños<br />

en su W eltsanchauung cuando apenas sacian su hambre. Pedirle a un n egro<br />

del Alto Níger que se calce, decir que es incapaz de llegar a ser un Schubert, no es<br />

algo menos absurdo que sorprenderse de que un obrero de Renault no consagre<br />

sus veladas al estudio del lirismo en la literatura hindú o declarar que nunca será<br />

un Einstein.<br />

En efecto, en lo absoluto, nada se opone a tales cosas. Nada, excepto que los interesados<br />

no tienen la posibilidad de lograrlas.<br />

Pero, [no se quejan! La prueba:<br />

18 Georges Balandier, «Oú l’ethnologie retrouve l’unité de l’homme», Esprit, abril de 1950.<br />

19 Ibid., p. 619.<br />

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