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Piel negra, máscaras blancas - gesamtausgabe

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Cada vez que hemos discutido con nuestros profesores o conversado con los enfermos<br />

europeos, nos hemos dado cuenta de las diferencias que podían existir entre<br />

los dos mundos. Ultimamente hablábamos con un médico que siempre ha ejercido<br />

en Fort-de-France. Le hicimos partícipe de nuestras conclusiones; él llegó más lejos<br />

diciéndonos que esto era cierto, no solamente en psicopatología sino también en<br />

medicina general. Así, añadía, nunca encontrarás una fiebre tifoidea pura, como la<br />

que se estudia en los tratados de medicina; hay siempre, agazapado debajo, un paludismo<br />

más o menos manifiesto. Sería interesante plantearse, por ejemplo, una<br />

descripción de la esquizofrenia vivida por una conciencia <strong>negra</strong>, si es que ese tipo<br />

de problemas se puede encontrar allí.<br />

¿Cuál es nuestro propósito? Simplemente éste: cuando los negros abordan el mundo<br />

blanco hay una cierta acción sensibilizante. Si la estructura psíquica se revela frágil<br />

asistimos a un hundimiento del Yo. El negro deja de comportarse como un individuo<br />

accional. El fin de su acción será un Otro (bajo la forma del blanco), porque sólo Otro<br />

puede valorizarlo. Esto sobre el plano ético: valorización de sí. Pero hay otra cosa.<br />

Hemos dicho que el negro era fobógeno. ¿Qué es la fobia? Respondemos a esa<br />

pregunta basándonos en la última obra de Hesnard: «La fobia es una neurosis caracterizada<br />

por el temor ansioso de un objeto (en el sentido más amplio de toda<br />

cosa exterior al individuo) y, por extensión, de una situación»17. Naturalmente, ese<br />

objeto debe asumir determinados aspectos. Tiene, nos dice Hesnard, que despertar<br />

el temor y el asco. Pero ahí nos topamos con una dificultad. Aplicando a la comprensión<br />

de la fobia el método genético, Charles Odier escribe: «Toda angustia procede<br />

de una cierta inseguridad subjetiva ligada a la ausencia de la madre»18. Eso<br />

ocurre, dice el autor, en los alrededores del segundo año.<br />

Investigando la estructura psíquica del fóbico llega a esta conclusión: «Antes de<br />

abordar directamente las creencias de los adultos, es importante analizar en todos<br />

sus elementos la estructura infantil de la que emanan y que implican»19. La elección<br />

del objeto fobógeno está, pues, sobredeterminada. Ese objeto no sale de la noche de<br />

la Nada, en una circunstancia determinada ha provocado un afecto en el sujeto. La<br />

fobia es la presencia latente de ese afecto sobre el fondo del mundo del sujeto; hay<br />

organización, formalización. Porque, naturalmente, el objeto no necesita estar allí,<br />

basta que sea: es un posible. Ese objeto está dotado de intenciones malvadas y de todos<br />

los atributos de una fuerza maléfica20. En el fóbico existe una prioridad del<br />

etapa de su personalidad. Literalmente, podemos decir sin temor a equivocarnos que el antillano que<br />

va a Francia con el fin de convencerse de su blancura, encuentra allí su verdadero rostro.<br />

17 A. Hesnard, U univers m orbide de lafaute, cit., p. 37.<br />

18 Charles Odier, L’angoisse et la p en see magique, París, Delachaux et Niestlé, 1948, p. 38.<br />

19 Ibid., p. 65.<br />

20 Ibid., p. 58 y 78.<br />

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