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Piel negra, máscaras blancas - gesamtausgabe

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podemos decir es que la noción misma de cultura concebida como voluntad revoluciona­<br />

ria es contraria a nuestro genio como lo es la noción misma de progreso. El progreso sólo<br />

acosaría nuestras conciencias si tuviéramos quejas con la vida, don natural.<br />

¡Atención! No se trata de recuperar el Ser en el pensamiento bantú, cuando la<br />

existencia de los bantúes se sitúa sobre el plano del no ser, de lo imponderable51.<br />

Por supuesto, la filosofía bantú no se deja comprender a partir de una voluntad revolucionaria:<br />

pero es justamente en la medida en que, estando cerrada la sociedad<br />

bantú, no se encuentra allí esa sustitución de las relaciones ontológicas de las Fuerzas<br />

por la explotación. Pero, sabemos que la sociedad bantú ya no existe. Y la segregación<br />

no tiene nada de ontológica. Basta ya de este escándalo.<br />

Desde hace algún tiempo se habla mucho del negro. Un poco demasiado. El negro<br />

querría que se le olvidara para poder reagrupar sus fuerzas, sus auténticas fuerzas.<br />

Un día él dijo: «M i negritud no es ni una torre...»<br />

Y vinieron a helenizarlo, a orfeizarlo... a ese negro que buscaba lo universal.<br />

¡Busca lo universal! Pero en junio de 1950 los hoteles parisinos se negaban a alojar<br />

a peregrinos negros. ¿Por qué? Sencillamente por el riesgo de que los clientes<br />

anglosajones (que son ricos y negrófobos, como todo el mundo sabe) se mudaran<br />

de allí.<br />

El n egro apunta a lo universal, pero, en la pantalla, se le mantiene intacta su<br />

esencia <strong>negra</strong>, su «naturaleza» <strong>negra</strong>:<br />

siempre servicial<br />

siempre obsequioso y sonriente<br />

mí, nunca robar, nunca mentir<br />

cultivando canto la canción de aquel negrito del África tropical...<br />

El n egro se unlversaliza, pero en el Lycée Saint-Louis, en París, se zarandea a<br />

uno: ha tenido la desvergüenza de leer a Engels.<br />

Aquí hay un drama y los intelectuales negros se arriesgan a empantanarse.<br />

¿Cómo? ¿Apenas he abierto los ojos que tenía vendados y ya quieren hundirme<br />

en lo universal? ¿Y los demás? Los que no tienen «ninguna boca», los que no tienen<br />

«ninguna voz»... Necesito perderme en mi negritud, ver las cenizas, las segregaciones,<br />

las represiones, las violaciones, las discriminaciones, los boicots. Necesitamos<br />

tocar con los dedos todas las cicatrices que cebrean la librea <strong>negra</strong>.<br />

Ya hemos visto a Alioune Diop preguntarse cuál será la posición del genio negro<br />

en el coro universal. Pero nosotros decimos que una verdadera cultura no puede na­<br />

51 Véase, por ejemplo, Cry, The B eloved Country, de Alan Patón (1948).<br />

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