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Piel negra, máscaras blancas - gesamtausgabe

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colonización tenga lugar. Se plantea una apertura hacia el futuro que se halla muy lejos<br />

de ser una afirmación omnisciente, en realidad, se declara categóricamente ignorante<br />

y no prescriptiva con respecto a lo que sobrevendrá.<br />

Quizá me aferró al reclamo que insta a su cuerpo a abrirse al mundo una vez más<br />

y, de un modo más radical, a unirse con los otros en el reconocimiento de la apertura<br />

de cada conciencia, precisamente porque este reclamo plantea una alternativa<br />

frente al masculinismo hiperresolutivo de la violencia anticolonial. Por supuesto,<br />

P iel <strong>negra</strong>, <strong>máscaras</strong> <strong>blancas</strong> fue escrito con nueve años de antelación con respecto a<br />

Los condenados de la tierra, pero tal vez puedan leerse en conjunto con el fin de considerar<br />

en qué podría consistir esta nueva invención del hombre o, aún es más, en<br />

qué podría consistir esta idea del ser humano. Después de todo, el llamamiento a las<br />

armas y la crítica tanto contra el pacifismo como contra el compromiso exigen que,<br />

por lo pronto, no se entienda al policía, al argelino blanco o al funcionario del gobierno<br />

en tanto que seres cuya conciencia posee una «dimensión abierta». De hecho,<br />

la violencia dirigida contra el otro supone el cierre de dicha conciencia, puesto<br />

que, de acuerdo con la lógica de la violencia, la «dimensión abierta» de mi<br />

propia conciencia sólo resulta posible mediante el cierre de esa misma dimensión en<br />

otra conciencia. De acuerdo con el razonamiento de Los condenados de la tierra, si<br />

estoy viviendo como el colonizado, sólo es posible abrir las puertas de mi propia<br />

conciencia cerrando las puertas de la conciencia del otro. Se trata de una lucha a<br />

vida o muerte. En el momento en que ejerzo la violencia contra un Otro -uno que<br />

me oprime o que representa o es cómplice de dicha opresión- dejo espacio no sólo<br />

a mi propia autoinvención, sino a una nueva idea sobre el ser humano que no estará<br />

basada en la opresión y en la violencia colonial o racial.<br />

Al término de P iel <strong>negra</strong>, <strong>máscaras</strong> <strong>blancas</strong>, Fanón se interpela a sí mismo. El prefacio<br />

de Sartre no toma en consideración esta forma de tratamiento, pero éste sigue<br />

siendo a pesar de todo, tal vez, el más insurrecto de sus actos de habla, alegorizando<br />

los poderes autoconstituyentes emergentes como si no estuviesen condicionados por<br />

ninguna necesidad histórica o causal. Allí es donde escribe que sólo recobrando el yo<br />

y sometiéndolo a escrutinio, pueden llegar a producirse las circunstancias ideales<br />

para el surgimiento de un mundo humano. «¿Por qué negarse», se pregunta, «a ese<br />

razonablemente sencillo intento de tocar al Otro, de sentir al Otro, de explicarme a<br />

mí mismo al otro?» (p. 231). Esta frase se proyecta en forma de pregunta, y da la impresión<br />

que el que ese autoescrutinio tenga lugar supone necesariamente esta relación<br />

de carácter interrogativo con respecto al Otro. Esto se explícita a renglón seguido<br />

cuando escribe: «¿Acaso no se me concedió la libertad para construir el mundo<br />

del Tú?» (ibid.). En este momento no sabemos si el «tú» se refiere al colonizado o al<br />

colonizador, si es asimismo un alcanzar, una relacionalidad, lo que constituye el embelesamiento<br />

intencional del «yo» cuando se encuentra fuera de sí, confundido en el<br />

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