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Piel negra, máscaras blancas - gesamtausgabe

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La ausencia en el imaginario de Cournot de la <strong>negra</strong> no invalida la tesis de que<br />

también ella es genital y biológica. Lo que se omite en el texto es que si el hombre<br />

blanco ya no puede satisfacer a su mujer después de que ella haya estado con un n egro,<br />

su sueño de satisfacer sexualm ente a una <strong>negra</strong> es imposible. Finalmente, no es<br />

el poder de su espada sino la fuerza autoritaria del color de su piel. El n egro la satisface<br />

porque su «abismo» es tan profundo que no puede ni siquiera «sentir» la espada<br />

del negro, lo que convierte al impacto sexual en irrelevante para ella. Ella es vagina,<br />

infinitamente abierta y amplia.<br />

Fanón ha sido reprendido por algunas críticas feministas por declarar en este capítulo<br />

«no saber nada»31 sobre la mujer de color. No obstante, todo lo expuesto<br />

desde el capítulo segundo contradice esta afirmación, por que lo que Fanón pretende<br />

expresar es que carece de conocimientos clínicos acerca del negro en la fantasía<br />

de la mujer de color. La razón es obvia: el racismo y el sexismo son tales que las<br />

pacientes mentales de color habrían sido conducidas a clínicas mentales cuyos trabajadores<br />

serían en su mayoría varones blancos. Tradicionalmente, la gente de color<br />

prefiere llevar a sus familiares enfermas mentales bien a consejeros espirituales de la<br />

Iglesia, bien a trabajadores sociales, habida cuenta el grave peligro de agresión sexual<br />

que conllevan otras alternativas. Fanón, en definitiva, debe confiar en informaciones<br />

no clínicas debido al perfil de la mayoría de los pacientes mentales: hombres<br />

blancos, mujeres <strong>blancas</strong> y hombres de color.<br />

No obstante, sospecho que podemos hacernos una idea a partir de datos procedentes<br />

tanto de la cultura popular como de los estudios clínicos actuales. En términos<br />

de la primera, existen mujeres de color del primer mundo que, por ejemplo, visitan<br />

lugares donde supuestos hombres de color «reales» cumplen con casi el<br />

mismo papel que el negro para las mujeres <strong>blancas</strong> hambrientas de negro. En seguida<br />

nos vienen a la mente las vacaciones en Africa o en el Caribe; el hecho de que el<br />

«sujeto» en estas ocasiones sean las mujeres de color no debe impedirnos reconocer<br />

que se trata del mismo fenómeno, dado que en el ámbito de la fantasía y del deseo<br />

nos movemos en el mismo terreno. Tal y como se afirma en la popular H ow Stella<br />

Got H er G roove Back (1998), «A quellos hombres de color s í que saben como tratar<br />

a una mujer de color», aunque las mujeres de color de estas regiones posiblemente<br />

discreparían de esta opinión32. En términos clínicos, todavía no me he topado con<br />

ma. Todos los elementos están presentes: reflejo/yo, varón negro peligroso, gancho fálico... pero lo que<br />

es particularmente significativo es que la mujer blanca protagonista no sea atacada, sino seducida por él<br />

hasta convertirse en él, lo que plantea la cuestión de si ella era él o él era ella en un principio.<br />

31 Véase, por ejemplo, el trabajo de Gwen Bergner’s «The Role of Gender in Fanón’s Black Skin,<br />

W hite Masks» Publications o f th e M odern Language A ssociation CX, 1, enero 1995, pp. 141-151.<br />

32 De hecho en la Isla de Jamaica a estas mujeres se las llama «Stellas», tomando el nombre de la protagonista<br />

de la película. Véase, por ejemplo, Jacqueline Sánchez Taylor, «Dollars Are a Girl’s Best Friend?<br />

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