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Piel negra, máscaras blancas - gesamtausgabe

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dad». Así, razona el negro, si la negritud y la blanquitud son construidas, quizás los<br />

negros puedan vivir la construcción blanca, lo que reforzaría el argumento de la<br />

constructividad. No obstante, cada retrato es un relato de cada fracaso ocurrido al<br />

ejercer esa opción. Y de hecho, el «fracaso» tiene un papel especial en la obra, pues<br />

está en relación con el sentido especializado con el que Fanón utiliza el término<br />

«psicoanálisis»: «Si el debate no puede abrirse en el plano filosófico, es decir, abordar<br />

la exigencia fundamental de la realidad humana, consiento en reconducirlo al<br />

psicoanálisis, es decir, que verse sobre los “desajustes”, en el sentido en el que decimos<br />

que un motor presenta desajustes» (p. 53, Pn 18/BS 23). Debemos tener en<br />

cuenta que Fanón habla de «estar dispuesto a» trabajar de este modo, en la medida<br />

en que, tal y como veremos, plantea la cuestión de si la perspectiva de trabajar en el<br />

ámbito del fracaso es, también, una forma de fracaso, lo que a su vez plantea la<br />

cuestión de si una perspectiva psicoanalítica ejemplifica el problema o lo trasciende.<br />

Aún es más: el fracaso plantea la cuestión del tipo de texto creado y de cómo el<br />

autor se sitúa en relación con el mismo. Constatamos que cada fracaso no es necesariamente<br />

un fracaso de Fanón, debido a que él es al mismo tiempo la voz del texto<br />

(el negro) y la voz sobre el texto (el teórico y el guía). Por lo tanto, aunque Fanón<br />

fracase constantemente como héroe del texto, como negro, Fanón, el crítico de los<br />

discursos occidentales sobre el Hombre, el teórico revolucionario que reclama un<br />

cambio sistémico y sistemático, triunfa. Paradójicamente, si gana el héroe del texto<br />

(esto es, si consigue sus objetivos), fracasa el héroe del pensamiento, el teórico’ y viceversa.<br />

Así, después de anunciar en la introducción que las explicaciones ontogénicas<br />

y filogénicas fracasan y requieren una mediación por parte de las explicaciones<br />

sociogénicas con un reconocimiento de la acción humana, Fanón sigue el curso<br />

del negro con estos «ídolos» teóricos de humanización. Al igual que Friedrich<br />

Nietzsche, que pretendía acabar con los ídolos (y por consiguiente con la idolatría)<br />

de la civilización occidental, Fanón desea destruir los ídolos que militan contra el<br />

espíritu humano en un mundo de racismo antinegro.<br />

La fuerza transformadora de lo lingüístico es uno de estos ídolos. El lenguaje es<br />

una construcción que tiene la fuerza de conformar la realidad. Partiendo del aserto<br />

de Marx en su undécima tesis sobre Feurbach («Los filósofos no han hecho más<br />

que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo»),<br />

Fanón expone la cualidad dividida de este apotegma recurriendo a la máxima<br />

de Paul Valéry según la cual el lenguaje es «el dios extraviado en la carne»5.<br />

Transformar el lenguaje es, por lo tanto, el proyecto divino de transformar la realidad.<br />

El lenguaje, sin embargo, se halla encarnado. Carne y lenguaje son, en otras palabras,<br />

simbióticos. Fanón se refiere aquí al punto de vista fenomenológico del cuer­<br />

5 Citado en p. 50 (Pn 14IBS 18), se refiere a la obra de P. Valéry, Charmes, París, Gallimard, 1952.<br />

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