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Piel negra, máscaras blancas - gesamtausgabe

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La conmoción alcanzó al negro desde el exterior. El negro fue actuado. Valores<br />

que no nacieron de su acción, valores que no resultaban de la subida sistólica de su<br />

sangre, acudieron a bailar a su alrededor su ronda colorida. La conmoción no diferenció<br />

al negro. Pasó de un modo de vida a otro, pero no de una vida a otra. Igual<br />

que, cuando se anuncia a un enfermo mejorado que saldrá en pocos días del asilo<br />

suele ocurrir que recaiga, así la noticia de la liberación de los esclavos negros provocó<br />

psicosis y muertes súbitas.<br />

En una vida no se escucha dos veces esa misma noticia. El negro se contentó con<br />

darle las gracias al blanco y la prueba más brutal de este hecho se encuentra en el<br />

imponente número de estatuas diseminadas en Francia y en las colonias que representan<br />

a la Francia blanca acariciando el cabello crespo de ese bravo negro al que<br />

acaba de romper las cadenas.<br />

«Da las gracias al señor», dice la madre a su hijo..., pero nosotros sabemos que<br />

muchas veces el niño sueña con gritarle otra palabra cualquiera, más memorable...<br />

El blanco, en tanto que amo15 le dice al negro: «A partir de ahora eres libre».<br />

Pero el negro ignora el precio de la libertad, porque no ha combatido por ella.<br />

De vez en cuando combate por la Libertad y la Justicia, pero se trata siempre de libertad<br />

blanca y de justicia blanca, es decir, de valores secretados por los amos. El<br />

antiguo esclavo, que no encuentra en su memoria ni la lucha por la libertad ni la angustia<br />

de la libertad de la que habla Kierkegaard, se planta con la garganta seca<br />

frente a ese joven blanco que juega y canta sobre la cuerda tensa de la existencia.<br />

Cuando le toca al n egro mirar al blanco con altanería, el blanco le dice: «Hermano,<br />

entre nosotros no hay diferencia». Sin embargo, el n egro sabe que hay una diferencia.<br />

La anhela. Querría que el blanco le dijera de golpe: «Sucio negro». Entonces,<br />

tendría esa única oportunidad..., de «demostrarle...».<br />

Pero lo más habitual es que no haya nada, nada más que indiferencia o curiosidad<br />

paternalista.<br />

El antiguo esclavo exige que se desafíe su humanidad, anhela una lucha, una<br />

bronca. Pero demasiado tarde: el n egro francés está condenado a morderse y a morder.<br />

Decimos los franceses, pues los negros estadounidenses viven un drama diferente.<br />

En Estados Unidos el n egro lucha y es combatido. Hay leyes que, poco a<br />

poco, desaparecen de la Constitución. Hay decretos que prohíben determinadas<br />

discriminaciones. Y estamos seguros de que no son regalos.<br />

15 Esperamos haber mostrado que este amo difiere aquí esencialmente del que describe Hegel. En<br />

Hegel hay reciprocidad, aquí el amo se burla de la conciencia del esclavo. No busca el reconocimiento<br />

de éste, sino su trabajo. De la misma forma el esclavo aquí tampoco se puede asimilar al que, perdiéndose<br />

en el objeto, encuentra en el trabajo la fuente de su liberación. El negro quiere ser como el<br />

amo. Así es menos independiente que el esclavo hegeliano. En Hegel, el esclavo da la espalda al amo y<br />

se vuelve hacía el objeto. Aquí el esclavo se vuelve hacia el amo y abandona el objeto.<br />

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